Las finanzas con mirada feminista
Las finanzas han sido mayoritariamente un territorio masculino, donde las reglas del juego se han diseñado sin tener en cuenta, muchas veces, las desigualdades ...
De Sara Garcia MartinLas finanzas han sido mayoritariamente un territorio masculino, donde las reglas del juego se han diseñado sin tener en cuenta, muchas veces, las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres. En términos sencillos, las finanzas se centran en la gestión del dinero y los activos, ocupándose de cómo se obtienen, invierten y utilizan los recursos financieros, tanto a nivel personal, empresarial o público.
Sin embargo, una mirada feminista de las finanzas no es solo una cuestión de paridad en los consejos de administración o de diseñar productos específicos para mujeres. Es una transformación profunda de las reglas del juego económico, que históricamente han invisibilizado el trabajo de cuidados, perpetuado la desigualdad y priorizado la acumulación sobre el bienestar. Por tanto, una perspectiva feminista en las finanzas debe necesariamente transformar las bases del sistema para avanzar hacia la equidad y la justicia social. Y ello implica rediseñar la lógica financiera para que no busque solo la rentabilidad, sino también la redistribución del poder y los recursos.
El valor de los cuidados en el sistema financiero
El sistema financiero actual está diseñado para valorar únicamente lo que se traduce en rentabilidad monetaria, dejando fuera sectores fundamentales como los cuidados, el trabajo comunitario y otras actividades esenciales para la sostenibilidad de la vida. Según el informe El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), si se reconociera y remunerara el trabajo de cuidados en el mundo, su contribución al PIB mundial sería equivalente al de sectores clave como el industrial o tecnológico. A pesar de esto, el sistema financiero no ha integrado este valor en su estructura. Ofrecer productos financieros que apoyen la sostenibilidad de los cuidados o integrar en la valoración de riesgos no solo criterios económicos, sino también de impacto social y de género, pueden ser algunas de las vías para transformar el modelo financiero hacia uno más justo.
Por otro lado, muchas veces, los bancos y fondos de inversión financian proyectos «para mujeres», pero dentro del mismo sistema que las excluye o precariza. Financiar empresas que contratan a mujeres en sectores feminizados con bajos salarios no es feminista, sino que perpetúa el problema. Para transformar el sector, es clave aplicar criterios de género en las políticas de inversión, excluyendo empresas con brecha salarial de género, malas condiciones laborales en sectores feminizados o estructuras empresariales profundamente desiguales. Esto no significa solo evitar financiar modelos que refuercen la desigualdad, sino también promover inversiones que la reduzcan. Invertir en cooperativas de mujeres, modelos de economía social y empresas con estructuras equitativas puede marcar la diferencia.
Acceso al crédito y autonomía económica
Cuando las mujeres no pueden acceder a financiación, ven limitadas sus opciones de autonomía económica. En muchas partes del mundo, las mujeres emprendedoras siguen teniendo más dificultades que los hombres para obtener préstamos, debido a criterios financieros tradicionales que penalizan la falta de garantías patrimoniales o la intermitencia en los ingresos. Redefinir los criterios de concesión de crédito para que no penalicen la precariedad estructural de las mujeres y reconozcan otras formas de solvencia – como redes de apoyo, economías colectivas o impacto social – pueden ser una opción clave para avanzar. Asimismo, la creación de fondos de inversión de impacto con enfoque de género permitiría que las mujeres accedan a recursos sin las barreras tradicionales del sector bancario.
Gobernanza y liderazgo en el sector financiero
La transformación feminista de las finanzas no puede obviar el papel de la gobernanza. La presencia de mujeres en los órganos de decisión del sector financiero sigue siendo baja. Según un reciente informe de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), «las mujeres ocupan solamente un 18% de los puestos en los consejos de administración de las gestoras de fondos de inversión españolas». Una escasa presencia que no refleja su peso en las plantillas de estas firmas, donde las mujeres representan el 48% del total. Es, por tanto, importante asegurar una presencia equitativa de mujeres en los órganos de decisión. Sin embargo, más allá de la paridad, se trata de transformar la manera en que se toman decisiones en el sector financiero: promover más participación, más transparencia y un mayor enfoque en el bienestar colectivo.
No hay finanzas feministas sin cambiar las reglas del juego
Las finanzas no pueden ser feministas si solo incluyen a más mujeres sin cambiar las reglas del juego. Para que lo sean, deben desafiar la lógica del sistema financiero tradicional y convertir el dinero en una herramienta de transformación social. Las finanzas éticas han demostrado que es posible avanzar en este camino. De hecho, ya han integrado en su funcionamiento el valor de la diversidad en el liderazgo y el impacto positivo de las empresas propiedad de mujeres en la gobernanza sostenible y la gestión de activos. «Más del 36% de las sociedades y casi el 40% de las grandes empresas que financiamos están dirigidas por mujeres, y observamos que estas empresas tienden a adoptar prácticas más atentas a la sostenibilidad ambiental, a la calidad del trabajo y a la gestión responsable de los recursos . Este enfoque a menudo se traduce en una mayor resiliencia financiera y una gestión más sólida de los desafíos del mercado«, indica Anna Fasano, presidenta de Banca Etica.
El reto es profundizar aún más y demostrar que otro modelo financiero no solo es deseable, sino imprescindible para construir una economía realmente justa. La pregunta clave no es solo si las finanzas pueden ser feministas, sino cómo las finanzas pueden convertirse en una herramienta real para la equidad y la justicia social.