Castellano

Jóvenes y economía: el poder transformador de la Economía Social y Solidaria

Los problemas de sostenibilidad global se hacen cada vez más evidentes: la sobreexplotación de los recursos, la contaminación, la escasez o la ...

De Celia Moreno López, estudiante Grado grado en Filosofía, Política y Economía. Prácticas en Fundación Finanzas Éticas
Grupo Jóvenes x Fiare en el Encuentro de IDEARIA 2022 ©Fiare Banca Etica

Los problemas de sostenibilidad global se hacen cada vez más evidentes: la sobreexplotación de los recursos, la contaminación, la escasez o la creciente desigualdad. Sus consecuencias, tanto climáticas como políticas, nos sumergen en una espiral de incertidumbre que amenaza con desbordarnos. A veces, parece que el sistema está a punto de ahogarnos. «A mí, por lo menos, que me dejen bailar en los dos telediarios que nos quedan«, comentaba mi amiga Sara mientras leíamos sobre la alarmante falta de absorción de CO2 el año pasado. Cuando, entre jóvenes, compartimos nuestras experiencias sobre cómo estos problemas condicionan nuestras vidas, persiste una pregunta común: ¿qué podemos hacer? ¿podemos hacer algo? Los jóvenes, sensibles al cambio, jugamos un papel clave en desafiar y transformar el sistema económico, político y social actual.

La economía está intrínsecamente ligada a todos estos problemas, y los jóvenes tenemos un papel fundamental en seguir cuestionando y cambiando el funcionamiento del sistema económico, político y social. Sin embargo, las opiniones al respecto son diversas: desde la fe en la capacidad regenerativa del sistema capitalista hasta la negación y el abandono de la búsqueda de soluciones. Es obvio que nuestros contextos nos condicionan, pero quizás el planeta nos está enviando señales cada vez más claras de que el cambio no puede posponerse por mucho más tiempo. Tiene que haber un punto intermedio, más allá de la parálisis del nihilismo y el conformismo, donde nuestras acciones puedan generar consecuencias tangibles hacia un futuro mejor.

Lo bueno conocido y lo malo por conocer

“Más vale lo bueno conocido que lo malo por conocer”, una frase que escucho de amigas que intentan compaginar trabajo y estudio. ¿Tiene sentido imaginar alternativas al capitalismo desde nuestra situación actual? ¿Nos queda tiempo para cambiar, o estamos condenados a elegir el mal menor? La imaginación parece tener sus propios límites, y como dijo algún viejo conocido marxista: «es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo».

I European Youth Encounter celebrado en Dublín, en septiembre de 2024, en el marco de la Conferencia anual de FEBEA ©FEBEA

Mientras las personas jóvenes nos vemos forzadas a trabajar en empresas cuyas prácticas destruyen el medioambiente, con condiciones laborales y salarios precarios, seguimos oyendo hablar de progreso, aumentos y mejoras: el PIB, el IDH, el comercio internacional, menos inflación. Sin embargo, nuestra calidad de vida empeora. Muchos nos hemos aferrado a la idea de que con esfuerzo lograremos ascender, alcanzando puestos desde los que cambiar el rumbo de estas empresas. Pero la lógica meritocrática, servida desde nuestra infancia, oculta un hecho crucial: los intereses de quienes controlan las empresas más contaminantes rara vez se alinean con los nuestros. Aun si llegáramos a esos altos cargos, seguiríamos dentro de un sistema capitalista rígido que, crisis tras crisis, se reinventa para perpetuarse. Si esta es la realidad de «lo bueno conocido», ¿qué será de nosotros en «lo malo por conocer»?

Al indagar en el significado de conceptos como el beneficio, encontramos que, la mayoría, lo entendemos como algo individual, vinculado al aumento del dinero y alimentado por un egoísmo que, a menudo, entendemos como natural, como lo hacía Adam Smith con su concepto de «homo economicus». Pero es cuando intentamos pensar «fuera de la caja» cuando podemos empezar a actuar de formas diferentes. Si miramos a la economía antes de la existencia del dinero, en la propia etimología de la palabra, encontramos que la economía, en su origen griego (οἰκονομία), se define simplemente como “administración del hogar”. Si usamos esa definición concreta, ¿cómo querríamos gestionar nuestras comunidades, si no es de manera distinta al capitalismo que domina hoy? ¿Cómo podemos organizarnos para desprendernos del individualismo que sustenta tantas injusticias?

Encuentro del grupo Jóvenes x Fiare en Granada, en 2023 ©Fiare Banca Etica


La Economía Social y Solidaria (ESS), una alternativa prometedora

Para aquellos de nosotros que rechazamos la idea de ver el trabajo únicamente como una necesidad para sobrevivir —una actividad subordinada a intereses de otros, en condiciones precarias y bajo un entorno competitivo que daña  a las personas y al planeta—, la Economía Social y Solidaria (ESS) se presenta como la alternativa más prometedora. Con un amplio desarrollo e impulso en España, la ESS promueve una gestión autónoma y horizontal de la economía, orientada a la comunidad de forma ética. Junto a ella, las finanzas éticas permiten la rentabilidad económica y financiera al mismo tiempo que persiguen objetivos sociales y ambientales. A diferencia de las grandes entidades financieras, este sector pone a la comunidad en el centro, enfocando la rentabilidad y el beneficio al servicio del bien común. Un claro ejemplo de ello es Fiare Banca Ética, un banco cooperativo e independiente que financia únicamente proyectos con impacto positivo y sostenible, que cuida a sus socias y a sus clientes con una política de transparencia y responsabilidad total.

Quizás si mis amigas hubieran conocido este sector de la economía, sus primeros trabajos o prácticas universitarias habrían estado más alineados con sus intereses y valores. Porque la economía social y solidaria no es solo un compromiso hacia el exterior, hacia un impacto positivo en el entorno, sino que forma parte integral de su ser, organizándose siempre con una visión orientada al bienestar de sus trabajadoras. Las entidades de la economía social y solidaria, y las finanzas éticas, tienen un enorme potencial transformador, consolidando alianzas con instituciones, redes locales, activismo y proyectos propios que no solo generan impacto social, sino que también difunden nuevas formas de hacer economía y política.

Es por ello crucial crear canales de difusión más efectivos que permitan hacer llegar  esta opción a los jóvenes, quienes, de conocerla de primera mano, probablemente optarían por ella mucho antes.

El mejor modo de mantenerte al día.

Desde la redacción de Valor Social a tu correo una selección de noticias de finanzas éticas y economía sostenible.