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Europa trabaja por una moda sostenible frente al modelo de moda rápida

La UE aboga por un modelo de industria textil adherida a la economía circular, sin embargo, es el modelo de la compañía china ...

De Marta Soricetti y redacción de valorsocial
foto iStock by @netrun78

La UE aboga por un modelo de industria textil adherida a la economía circular, sin embargo, es el modelo de la compañía china Shein, que ha alcanzado los 100.000 millones de capital, el que triunfa en el mundo.

El 30 de marzo 2022, la Comisión Europea ha presentado un paquete de propuestas vinculadas a la economía circular, dentro de su estrategia Green Deal (Pacto Verde Europeo), con el objetivo de “hacer de los productos sostenibles la norma en la UE, fomentar los modelos de negocio circulares y capacitar a los consumidores de cara a la transición ecológica”. Y eso debería afectar a todos los sectores: desde la alimentación hasta el sector inmobiliario, desde la moda hasta la gestión de residuos. Nuestro modelo económico, de hecho, actualmente es mayoritariamente «lineal», es decir, basado en la extracción, producción, consumo y eliminación, con muchos productos no duraderos o incluso desechables.

Una legislación que también pretende atacar el greenwashing

Por ello, Europa quiere integrar una mayor circularidad en los hábitos de producción, promoviendo una economía que pueda mantener los recursos dentro de la cadena de producción durante el mayor tiempo posible. Una propuesta de reglamento sobre el diseño ecológico de productos sostenibles , que aborde también los derechos de los consumidores protegiéndolos del greeenwashing (maquillaje ecológico) o una revisión de los reglamentos sobre productos de construcción. Igualmente, que incluya un aumento de la circularidad y la durabilidad en los textiles y la moda.

El objetivo es hacer que los productos sean reutilizables y más fáciles de reciclarDe hecho, los bienes que cumplan con los nuevos estándares estarán equipados con un pasaporte digital que facilitará su reparación y reciclaje. Esta medida, gracias a la trazabilidad de los recursos, tiene como objetivo detener la destrucción de bienes de consumo no vendidos,  disminuyendo así el impacto ambiental. Por ejemplo, la revisión del Reglamento de Productos de Construcción tiene como objetivo hacer que el sector de la construcción sea más eficiente desde el punto de vista energético. Esto con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que dependían del consumo interno. Para ello, sin embargo, es necesario homogeneizar las normativas nacionales de los países miembros.

La industria de la moda debe mirar hacia el reciclaje y una mayor duración de las prendas

En lo que se refiere al sector textil, esta nueva normativa busca garantizar que los productos comercializados en Europa sean reciclables y duraderos de aquí a 2030. Por ello, se anima a las empresas a reducir el número de colecciones por año, empujando así hacia una disminución de la moda desechable.

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No es tarea fácil. El objetivo es poner énfasis en el diseño ecológico de los textiles e incluir sistemas de «responsabilidad extendida” del productor con el fin de reducir los residuos. También se insta a los Estados miembros a adoptar políticas fiscales que apoyen a los sectores de la reutilización y la reparación.

«Un paso adelante indudable, pero falta atención a la dimensión social»

En general, el sistema previsto parece un buen punto de partida. Según Deborah Lucchetti, portavoz de la Campaña internacional “Ropa Limpia”, la presentación del paquete sobre economía circular “marca un indudable e importante paso adelante hacia la transición del sector de la moda desde una perspectiva sostenible”. Aunque, añade, “sigue faltando la suficiente atención a todo lo que es la dimensión social y laboral. De hecho, estos aspectos son muy débiles y prácticamente no están incorporados en el plan de acción propuesto. No se abordan los temas centrales que subyacen a la explotación del sector, como las prácticas comerciales desleales y los precios demasiado bajos impuestos, por las marcas, de los clientes a los proveedores, sobre la base de la inseguridad y los salarios de hambre en todo el sector, facilitado sobre todo por las relaciones de subcontratación”.

De esta forma, en definitiva, la transición hacia un modelo sostenible sería incompleta: «Corre el riesgo de ser incompleta e injusta -concluye Lucchetti- sin una reforma decisiva de la gestión de la cadena de suministro basada en el respeto de los derechos humanos y laborales, que ponga en el centro derechos fundamentales como la libertad sindical y la negociación colectiva”.

El modelo de moda rápida (fast fashion) de la empresa china Shein

Sin embargo, la tendencia del mercado parece ser la de avanzar un paso más, superando la llamada moda rápida o fast fashion (aludiendo a un tipo de moda que se produce y comercializa rápidamente). Pero un paso más no en beneficio de un modelo sostenible, al contrario, exagerando las distorsiones del sector. En este sentido, es significativa la noticia de que el gigante chino Shein -que se centra precisamente en lo que puede definirse como moda ultrarrápida- ha sido valorado en 100.000 millones de dólares, más que gigantes como Zara y H&M combinados.

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Aunque la circularidad y el comercio de segunda mano cubren una porción cada vez más importante del mercado, los precios de ganga de Shein y las producciones ultrarrápidas siguen teniendo un enorme atractivo para las personas jóvenes consumidoras occidentales. Durante la pandemia, se estima que la empresa china incrementó sus ventas en más de un 250%, produciendo más de 6.000 productos nuevos por día y alcanzando ventas por 10.000 millones de dólares.

Shein es el prototipo de moda rápida, basada en la retroalimentación que recibe de las ventas: en base a ellas, se decide si aumentar o reducir la producción de una prenda en particular. Tampoco existen tiendas físicas y la reputación de la marca ha pasado por un cuidadoso trabajo de marketing en diversas redes sociales.

El camino hacia la moda justa sigue siendo cuesta arriba

El modelo de Shein tiene un impacto ambiental probablemente devastador, pero en lo referente a los derechos de las personas trabajadoras también es polémico. Shein ha demostrado que la regulación de los derechos laborales dentro de las pequeñas o medianas empresas a las que contrata las producciones no parece ser una prioridad. Las personas trabajadoras de estas empresas provienen muchas veces de las provincias más pobres del país, trabajan de once a doce horas diarias, con un solo día libre al mes, superando las 75 horas de trabajo semanal. Para evitar acusaciones, el grupo atribuye la responsabilidad de esta conducta a terceros a los que subcontrata parte del trabajo.

El 24 de abril se han cumplido 9 años desde el derrumbe del edificio Rana Plaza de Bangladesh, en el que fallecieron 1.138 personas. La mayoría de ellas trabajaban en una de las fábricas de ropa que albergaba este edificio manifiestamente inseguro. Nueve años después entidades sociales, como la campaña Ropa Limpia, siguen luchando para exigir que las fábricas sean lugares seguros, ya que algunas marcas de ropa y textiles, como Levi´s o IKEA, siguen negándose a priorizar la seguridad de quienes trabajan para ellas y aún no han firmado el Acuerdo Internacional para la Salud y la Seguridad en el Sector Textil y de la Confección.

El Parlamento Europeo presentó en marzo de 2021 un proyecto para que la Comisión Europea legisle la debida diligencia de las empresas de todos los países miembro. A finales del 2022 está previsto adoptar la directiva y los países tendrán dos años para crear sus propias leyes nacionales vinculantes. Esta nueva normativa europea afectará a empresas con 250 empleados, que facturen más de 50 millones anuales, o con un balance total superior a 43 millones de euros. Como indica el informe “Blanqueo de Ropa. Los numerosos lavados de reputación de la industria de la moda”, que acaba de publicar Carro de Combate, “estratégicamente, a las enormes marcas globales líderes de la moda, les resulta más atractivo marcar periodos de transición lenta hacia prácticas más respetuosas social y medioambientalmente para ser más sostenibles, con el propósito de que su adaptación se produzca sin perder su posición privilegiada en el mercado. Asumir un cambio más veloz podría suponer el deterioro de sus activos y de su posición”.

Por ello, la tendencia es lamentablemente difícil de eliminar, ya que los ingresos para quienes producen mucho y venden bienes no duraderos a precios bajos siguen siendo atractivos. Pero hay que asumir que es el propio modelo de moda rápida el que es insostenible, a pesar de que el fast fashion, en definitiva, siga estando de moda.

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