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Parte 1
Finanzas Eticas

Elecciones europeas – ¿Qué piden las finanzas éticas a las instituciones europeas?

En los próximos años la Unión Europea tendrá que hacer frente a numerosos retos importantes que van del cambio climático a ...

De Andrea Baranes, Investigador de la Fondazione Finanza Etica y Pedro M. Sasia, presidente de FEBEA
Foto ©CatEyePerspective/ iStock

En los próximos años la Unión Europea tendrá que hacer frente a numerosos retos importantes que van del cambio climático a las desigualdades. Para afrontar eficazmente estos problemas, es esencial un sistema financiero idóneo. El sistema financiero actual ha demostrado ser totalmente inadecuado para satisfacer las necesidades y las demandas de la sociedad. Se caracteriza por objetivos a corto plazo, continuas crisis, inestabilidad y una atención constante por la maximización del beneficio como único objetivo.

Las finanzas no son un fin en sí mismas, sino una herramienta al servicio de la sociedad y el planeta. Como tales deben ser acordes con nuestros fines y objetivos. Las necesidades de las empresas multinacionales son distintas de las de los actores de la economía social. En una sociedad y un entorno económico complejos necesitamos herramientas y modelos distintos.

A pesar de ello, las normas que regulan los sistemas bancarios y financieros se fomentan a menudo basándose en un enfoque genérico, adaptado a las exigencias y modelos de negocio de los grupos más grandes. Debemos reconocer la singularidad de los distintos modelos bancarios. Sin embargo, eso no implica la creación de un nicho normativo para las finanzas éticas. Al contrario, los esfuerzos normativos deberían afrontar los fracasos y defectos del sistema financiero actual.

Destacamos tres propuestas, cada una de ellas se centra en uno de las tres pilares del enfoque ESG tradicional, recordando que las finanzas éticas consideran los ESG como un conjunto indisoluble. Estas tres propuestas representan la esencia de las aspiraciones del movimiento de las finanzas éticas en la agenda financiera europea de los próximos años

Medio ambiente

El cambio climático es el desafío más urgente e imperioso para la humanidad. El sistema financiero ha reconocido la importante contribución que puede ofrecer, con prácticamente todos los grupos bancarios subrayando la “sostenibilidad” en sus comunicaciones. Sin embargo, estos mismos 60 grandes grupos bancarios han proporcionado unos 6.900 billones de dólares a la industria de los combustibles fósiles en los últimos siete años. Esta enorme discrepancia entre la comunicación y las inversiones reales hace peligrar el futuro de nuestro planeta.

Las finanzas deben ajustar sus acciones a sus palabras y comprometerse realmente a respetar los principios que se han acordado. En pocas palabras, es urgente combatir el greenwashing en el sector financiero. Aunque la Unión Europea haya dado pasos prometedores, se necesitan más acciones. La última tendencia en el greenwashing es la carrera entre las organizaciones por declararse “net zero» (cero neto): este tema  podría ser un elemento clave para definir una propuesta legislativa. Asistimos a una avalancha de redes, formadas por bancos, gestores financieros, aseguradoras, accionistas y otros actores financieros, que prevén alcanzar cero emisiones netas. Sin embargo, si profundizamos un poco, a menudo estos admirables principios coinciden con compromisos muy limitados.

En este, como en otros sectores, las finanzas éticas han adoptado un enfoque radicalmente distinto. Se centra en una contabilización exacta de las emisiones y en una información transparente, utilizando las compensaciones sólo cuando hay que afrontar emisiones inevitables. No se trata simplemente de calcular la conveniencia económica entre los costes de la contaminación y la compensación. Las finanzas éticas a menudo evitan mantener relaciones financieras con sectores completos, incluidas las industrias del carbón y el petróleo.

Desde hace unos años, en la Unión Europea se ha iniciado un proceso para definir las «finanzas sostenibles», afrontando críticas desde diferentes sectores. El objetivo es establecer una comprensión clara y común de las “finanzas sostenibles”. Se necesita también un compromiso similar respecto al “net zero”. Necesitamos un marco fuerte y transparente para afrontar cualquier forma de greenwashing. En este sentido, una estructura normativa debería establecer cómo alcanzar cero emisiones netas, aplicarlas a todas las actividades operativas y facilitar formas de información correcta.

Ámbito Social

Respecto al aspecto social se pueden tener en cuenta varias propuestas, pero principalmente se debería prestar atención al tema de la desigualdad. Asistimos a crecientes desigualdades de riqueza e ingresos que se están volviendo cada vez más insostenibles. En el ámbito de las finanzas hay desigualdad en el acceso al crédito y a los servicios financieros para la población vulnerable.

Las cuestiones de género, como las diferencias salariales en el sector financiero, también son un problema muy importante. Hay dos aspectos importantes en este sentido: un primer tema es el de la exclusión de las emprendedoras del acceso al crédito; el segundo concierne a la diferencia salarial en el sector bancario y financiero, que puede verse como una cuestión social y de gobierno corporativo.

En los últimos años se han presentado varias propuestas para afrontar estas desigualdades. Una de ellas está relacionada con el cálculo de los requisitos patrimoniales según los acuerdos de Basilea. Muchas empresas de economía social se clasifican injustamente como de alto riesgo por defecto y se someten a una absorción de capital del 100%. Pero se trata de una decisión injustificada, dado que en los últimos años el sector ha demostrado la naturaleza sólida y resiliente de las empresas de economía social.

Este dato lo corrobora el análisis de los balances de los bancos éticos europeos. Aun financiando empresas de economía social en mayor medida que la media del sistema bancario europeo, los bancos éticos tienen tipos de crédito no exigible más bajos. No hay razones técnicas que justifiquen el hecho de que las empresas con fines de lucro puedan tener una absorción de capital del 50% o el 75%, mientras que las empresas de economía social se evalúan como de alto riesgo y son muy castigadas.

La introducción del social supporting factor (factor de apoyo social), que reduce la absorción de capital para las entidades de economía social, sería un impulso crucial para el desarrollo del sector, de la microfinanciación y para combatir la exclusión financiera. La UE considera clave estos objetivos y esta herramienta ha demostrado ser sumamente eficaz, además sin ningún coste para los Estados, un elemento especialmente importante a la luz de los actuales desafíos de la deuda pública.

El gobierno corporativo

La distinción más importante entre los bancos éticos y el sistema tradicional, respecto al tercer pilar del gobierno corporativo, es la transparencia. Esta palabra clave se aplica a distintos aspectos, como los préstamos concedidos, el sistema de remuneración interna y el sistema salarial, los informes de impacto, las inversiones de capital, etc. Un área crucial relacionada con la transparencia, en la que hay que hacer progresos, es la lucha contra los paraísos fiscales.

A pesar de que se han incluido en la agenda europea desde hace años, los paraísos fiscales siguen haciendo progresos, con los principales grupos financieros europeos que siguen utilizándolos libremente. Los países de la UE continúan su preocupante carrera por ofrecer condiciones ventajosas a capitales y sociedades financieras. Esta situación parece más un “torneo” que una “unión” europea. En los últimos años ha habido algunos progresos, como el fomento de los informes país por país (country-by-country reporting), pero sigue habiendo limitaciones, sobre todo respecto al acceso público a la información sobre las empresas.

Actualmente, la normativa parece ser ineficaz a la hora de combatir la gran opacidad del sistema financiero. Los sujetos financieros se aprovechan de distintas jurisdicciones para evitar los impuestos, no ser transparentes y eludir las normas. Esta situación genera injusticia social, empeora la desigualdad y crea una competencia desleal entre las entidades financieras éticas que se abstienen de dichas prácticas y otras que se benefician.

En definitiva, la situación actual está llena de paradojas y contradicciones: las normas que, a menudo, se conciben para favorecer a los grupos más grandes, perjudican a quienes tienen otros enfoques, como las finanzas éticas, y tienden a favorecer a quien ya se encuentra en una posición fuerte.

En las dos últimas décadas, las finanzas éticas europeas han demostrado su solidez apoyando a la economía real, creando puestos de trabajo y consiguiendo resultados mejores respecto a los competidores tradicionales en términos de objetivos sociales, medioambientales, económicos y financieros. Las personas reguladoras y las autoridades deberían reconocer estos resultados y reconocer las características singulares de las finanzas éticas, así como el marco normativo debería fomentar el crecimiento en vez de penalizarlo y favorecer nuevos avances.

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