Banco do Brasil abandona la financiación del sector militar. ¿Existen otros bancos?
Hace unos días, el segundo banco más grande de América Latina, el Banco do Brasil, declaraba públicamente su salida del negocio ...
De valorsocialHace unos días, el segundo banco más grande de América Latina, el Banco do Brasil, declaraba públicamente su salida del negocio militar. Con más de 283.000 millones de dólares en activos, es uno de los principales actores financieros del país, propiedad en un 50% del Gobierno. En declaraciones al medio Defense News, representantes del banco indicaban los motivos: “En cumplimiento de sus instrumentos de gobernanza interna y sostenibilidad, reconocidos como referentes en el mercado, el Banco do Brasil ha decidido no contratar, con recursos propios, nuevas operaciones para este sector”.
Esta decisión ha generado un importante debate con empresas vinculadas al sector de defensa. Representantes de la industria brasileña de defensa y seguridad califican esta acción como una amenaza para el progreso tecnológico y estratégico de Brasil e imputan la decisión al desconocimiento de la importancia estratégica del sector.
Gasto en defensa disparado a nivel internacional
Aún antes del comienzo de la guerra entre Israel y Gaza, el gasto militar a nivel mundial ya mostraba un aumento considerable, fruto, entre otros, de la invasión de Ucrania o las tensiones en Asia Oriental. El Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI) señala en su último informe, publicado en abril de 2023, que el gasto militar mundial total aumentó un 3,7% en términos reales en 2022. En el caso de Europa, el gasto militar experimentó su mayor incremento interanual en al menos 30 años.
Este análisis se refiere a los gastos por parte de los gobiernos nacionales, pero ¿qué papel juega el sistema bancario? El informe 2022 «Risky Returns: Nuclear Weapon Producer and their Financers», elaborado por la organización holandesa Pax, señala que 15 de los principales bancos europeos ofrecen servicios financieros a fabricantes que suministran armas a Estados en los que existe un alto riesgo de que se utilicen contra los civiles. En la investigación aparecen varios nombre de entidades financieras españolas quienes habrían aportado al sector, según la investigación, casi 14.000 millones de dólares, incorporando a España en el listado de países con inversores en empresas productoras de armas nucleares.
Bancos que excluyen al sector armamentístico
Pero, ¿existen otros bancos que excluyan de financiación a empresas vinculadas al sector armamentístico? Entre las entidades financieras de finanzas éticas y banca con valores existen numerosos ejemplos de entidades que excluyen de su financiación la producción y venta de armas. La cooperativa francesa Crédit Coopératif, por ejemplo, excluye de su financiación a empresas cuya actividad principal consista en la fabricación o venta de armas de guerra, munición para armas de guerra o vehículos de combate. La entidad alemana GLS Bank excluye de las financiaciones y las inversiones la fabricación y/o venta de armas y artillería, componentes y servicios específicos para la industria militar. Esto incluye, en especial, las armas prohibidas por el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (por ejemplo, armas de destrucción masiva o minas terrestres), sistemas armamentísticos (por ejemplo, plataformas y vehículos de combate) y otros equipos militares (por ejemplo, sistemas de radar y transportadores militares).
También el banco alemán Umweltbank excluye las armas y los artículos militares tanto de las financiaciones (créditos) como de las inversiones (fondos). Excluye de las inversiones a los Estados que tienen un presupuesto militar superior al 2% del PIB, que poseen armas nucleares o no han firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear. Por su parte, para la entidad italiana Banca Etica el no a las armas es una cuestión fundamental. Un requisito necesario para solicitar una financiación con la entidad, incluida su sucursal en España (Fiare Banca Etica), es no participar en actividades que prevean la producción y venta de armas. En 2023 la Fondazione Finanza Etica, fundación cultural del Grupo Banca Etica en Italia, ha lanzado Finanza Disarmata (Finanzas Desarmadas), un portal de información y movilización cuyas actividades están relacionadas con tres ámbitos: contra una economía armada, por unas finanzas por la paz y desinversión.
El banco sueco Ekobanken, la suiza ABS, el banco ético danés Merkur o el holandés Triodos Bank, son también ejemplos de entidades financieras que aplican una política de tolerancia cero a las empresas involucradas en la fabricación o distribución de armas y servicios relacionados. Los argumentos esgrimidos por estas entidades aluden, entre otros, a la falta de transparencia en la venta de armas, punto clave en el debate sobre la inversión en seguridad y defensa. Incluso cuando las armas y los equipos militares se venden e intercambian para fines de defensa y seguridad, es imposible determinar de antemano cómo, dónde y quién utilizará las armas, ya que incluso las armas obsoletas pueden tener salida en los “mercados de reciclaje”. Por ello, los bancos y los gestores de activos que invierten dinero en los fabricantes de armas tienen un control limitado sobre sujetos a los que se venden armas.
También en Europa el lobby de la industria armamentística se ha quejado de cómo la difusión de las finanzas ESG está dañando la reputación de su sector, dificultando su acceso al capital y a las inversiones por parte de bancos y empresas financieras. En un comunicado hecho público el pasado mes de diciembre, el Grupo Banca Etica calificó de “inaceptable” la posible petición de los ministros de Defensa de la Unión Europea de calificar la inversión en armamento como sostenible. En la declaración, la presidenta de Banca Etica, Anna Fasano, y el presidente de Etica Sgr, Marco Carlizzi, argumentan: “Si ahora se aprobara la idea de que incluso las inversiones en misiles, bombas y tanques se consideraran sostenibles, todo el concepto de finanzas sostenibles quedaría tan diluido que terminaría volviéndose inconsistente. ¿Qué diferencia habría entre un fondo sostenible y otro que no?».