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De fondos sostenibles, ética y consumidores

El creciente interés de la ciudadanía por actividades financieras sostenibles requiere de regulaciones precisas   En una reciente encuesta realizada por la empresa Mambu, ...

De Sara Garcia Martin
Foto Istock by @Romolo Tavani

El creciente interés de la ciudadanía por actividades financieras sostenibles requiere de regulaciones precisas  

En una reciente encuesta realizada por la empresa Mambu, plataforma tecnológica para servicios financieros, un 67% de las personas encuestadas manifiestan que les gustaría que su institución financiera se volviera más sostenible. Incluso estarían dispuestos a cambiar de entidad: el 49% de las personas consumidoras de la encuesta dice que consideraría cambiar su entidad financiera por otra con un mayor compromiso con la sostenibilidad.

Creciente interés de la ciudadanía por las finanzas sostenibles

La encuesta se ha realizado a algo más de 6.000 personas en todo el mundo, para conocer su opinión sobre las finanzas sostenibles y cómo influye a la hora de escoger un proveedor bancario. No obstante, existe cierta confusión sobre qué son exactamente las “finanzas verdes”. Por ejemplo, un 35% de las personas participantes no comprenden totalmente la diferencia entre finanzas “verdes” y finanzas éticas.  Al preguntarles qué entendían por “finanzas verdes”, las definiciones más populares para las personas españolas entrevistadas han sido “organizaciones y proyectos de financiación que tienen un impacto positivo en el planeta” (35%), “demostrar un fuerte compromiso con la sostenibilidad y los objetivos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG)” (31%); y “tener bajas emisiones de carbono para apoyar el uso de materiales ecológicos” (26%)

Infografía del estudio «Is the grass greener on the sustainable side?», de Mambu

Las conclusiones del informe también señalan que las personas consumidoras quieren que los bancos sean más transparentes y tener mayor poder para pedirles cuentas. Casi un 60% desearía tener más control sobre cómo y dónde se invierte su dinero, y que fuera en línea con sus valores personales. Al 55% le gustaría poder opinar sobre los tipos de productos y servicios financieros sostenibles que su institución financiera piensa desarrollar en el futuro.

El mundo de las finanzas vive pues un creciente interés de la ciudadanía por alinear sus valores con sus hábitos de consumo, en este caso financieros. Interés que recogen también instituciones públicas que intentan regular el sector alineándolo con los compromisos de sostenibilidad marcados en las agendas internacionales, como la Agenda 2030 o el debate sobre la taxonomía verde de la UE.

Prácticas de greenwahing

Ello hace que las prácticas del sector a veces se disfracen de greenwashing, prácticas que no pasan desapercibidas para la ciudadanía. En la mencionada encuesta, el 73% de las personas españolas entrevistadas cree que su entidad financiera realiza acciones de lavado de imagen en materia de sostenibilidad, por lo que puede no resultar fácil identificar aquellos fondos que realmente respondan a criterios de sostenibilidad.

Recientemente conocíamos que las autoridades alemanas investigaban al gigante bancario Deutsche Bank y su empresa de gestión de activos DWS, con relación a un presunto fraude contra los consumidores a quienes se les habría ofrecido productos como “verdes” y “sostenibles” cuando en realidad no lo eran. En definitiva, greenwashing. DWS, la segunda mayor gestora de activos de Europa, también está siendo objeto de investigaciones en Estados Unidos , tras la denuncia de su ex responsable de desarrollo sostenible, Desiree Fixler , que ha acusado abiertamente a la compañía de mentir a los consumidores. En marzo de 2021, Deutsche Bank dijo que tenía bajo gestión 800.000 millones de euros en activos ESG. Pero un documento interno de unas semanas antes afirmaría que, de estos, solo una fracción realmente cumpliría con los estándares ambientales, sociales y de gobernanza.

Siguiendo con el ámbito alemán, una reciente investigación de las asociaciones alemanas Facing Finance y Urgewald concluye que el 90% de los fondos alemanes comercializados como sostenibles no lo serían realmente. En el portal faire-fonds.info -base de datos que contiene información sobre 2163 fondos y ETF que se pueden comprar en Alemania – del total de fondos disponibles, aproximadamente la mitad (1.081) están clasificados como “sostenibles” por el Foro Alemán de Finanzas Sostenibles (FNG) o por el proveedor financiero Refinitiv. Pero, según la investigación, 90 de cada 100 veces sería solo parcialmente. «Por ejemplo, cuando el foco está en el clima o la economía circular, a menudo se pasan por alto otros temas, como los derechos humanos. Con respecto a los derechos humanos específicamente, vemos que muchos fondos y especialmente ETF sostenibles invierten en empresas de armas”, explica Thomas Küchenmeister de la ONG alemana Facing Finance en un comunicado de prensa.

El Financial Times se hace eco del estudio de la organización Facing Finance

Seguramente, ninguna de las personas consumidoras entrevistadas en la encuesta mencionada de Mambu esperaría encontrar fabricantes de armas en un fondo calificado como sostenible. Sin embargo, la base de datos de Faire Fonds ha identificado que más del 40% de los fondos ESG analizados y alrededor del 70% de los EFT, calificados como sostenibles, invierten en fabricantes de armas. Para Thomas Küchenmeister, “la actual guerra en Ucrania podría empujar a la industria de fondos a una mayor integración de las empresas de armas en las carteras de ESG. Sería absurdo: la industria de defensa nunca puede tener, en ningún escenario, un lugar entre las inversiones sostenibles”.

Recomendación de agencia de calificación

 Las sospechas de Thomas Küchenmeister parecen estar cumpliéndose. El pasado mes de abril, la agencia británica de calificación de sostenibilidad autorregulada Standard Ethics emitía un comunicado dirigido al sector del crédito de los países de la OCDE, en el que observaba que inversores institucionales comprometidos con el enfoque ESG estaban pidiendo a los bancos que intervinieran en sus políticas de crédito, a menudo con requerimientos, que según Standard Ethics “sobrepasan los principios de sostenibilidad de las organizaciones internacionales (ONU, OCDE, UE) e invitan a adoptar un enfoque ético que puede dar lugar a la exclusión de ciertos sectores económicos como defensa, distribución de gas natural, alcohol, medicamentos anticonceptivos u otros”, pudiendo resultar de esta práctica una discriminación arbitraria en el mercado crediticio.

Por ello, alertaba que “el introducir principios éticos no estándar, que no están en línea con indicaciones internacionales, puede hacer que los sistemas industriales de las principales democracias del mundo agreguen injustificadamente costos adicionales a los costos ya existentes de transición energética” e igualmente, señalaba que cualquier posición sobre ESG diferente a la adoptada por ONU, OCDE o UE podría estar influenciada no sólo por opciones éticas transparentes, sino también por intereses económicos no revelados. Casualmente, el ejemplo usado en el comunicado para ampliar la explicación muestra cómo una pequeña empresa vinculada a la industria de defensa pude verse afectada con menos acceso a crédito sin unos criterios de sostenibilidad compartidos y razonables.

Foto iStock by @Francesco Scatena

Las prácticas reconocidas e investigadas de greenwashing, las presiones de determinados sectores para que las clasificaciones sostenibles se ensanchen y contemplen actividades claramente insostenibles (como estamos viendo en la UE con la la inclusión del gas y la energía nuclear en la taxonomía verde), las recomendaciones de agencias que abogan por reconducir los criterios éticos que excluyen del crédito a determinados sectores… no pone fácil la elección a las personas consumidoras.

Pero, por otro lado, demuestra que la financiación sostenible y las finanzas éticas ganan peso entre las opciones de la ciudadanía lo que lleva a que actores dentro del sector de las finanzas quieran entrar en ese juego sin cambiar del todo su funcionamiento. Para Anna Krotiva, directora de sostenibilidad de Mambu, “nuestro informe muestra que los consumidores buscan cada vez más formas de tomar decisiones financieras más ecológicas, pero siguen siendo escépticos sobre el compromiso de los bancos con la agenda de sostenibilidad. Quieren desempeñar un papel más activo para hacer de las finanzas verdes el futuro del sector, y existe una gran oportunidad para que los jugadores con visión de futuro avancen en esta transición”.

Las finanzas éticas son una opción transparente

Las finanzas éticas son una opción clara y transparente, donde no cabe el greenwashing. Con criterios consensuados que pretenden dar crédito a quienes trabajan por el bien colectivo, orientando la actividad de intermediación financiera hacia la economía real y sostenible, contrarrestando la especulación financiera. Las finanzas éticas ponen a las personas y al planeta en el centro de la actividad económica y financiera.

La negativa a financiar la guerra es uno de los principios de la banca ética. Por convicciones éticas, pero también por la no vulneración de los criterios que prohíben las exportaciones de armas según la Posición Común de la UE y, en nuestro caso, de la Legislación Española. Criterios relacionados con el mantenimiento de la paz, no comercio con países en situación de conflicto armado y tensión social, de respeto de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario… todos ellos principios éticos “estándar” y en línea con indicaciones internacionales que nos hemos marcado para abordar un desarrollo sostenible.

Pretender retorcer la interpretación de esos principios o leerlos sólo de manera sesgada facilita las prácticas de “maquillaje” medioambiental y social. Por ello, es importante seguir trabajando para que los organismos internacionales aprueben regulaciones estrictas y claras sobre el etiquetado de los productos financieros considerados sostenibles. De esta manera se ofrecerá a la ciudadanía información precisa para que pueda ejercer su elección financiera de manera consciente y sin ser engañada.

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