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Inversión de impacto

¿Hay demanda de financiación de impacto en España?

El primer estudio sobre la demanda de financiación de impacto en España, publicado por SpainNAB, revela datos significativos sobre las necesidades de capital ...

De Sara Garcia Martin
Foto ©iStock

El primer estudio sobre la demanda de financiación de impacto en España, publicado por SpainNAB, revela datos significativos sobre las necesidades de capital de las organizaciones de impacto en 2022. Según el informe, el 77,6% de estas organizaciones de impacto (de un total estimado de 26.627) requirieron financiación para su actividad. Sin embargo, el acceso a la financiación sigue siendo un desafío para el 61,7% de estas organizaciones, que señalan obstáculos para acceder a la financiación por cuenta ajena.

El coste de la financiación y la dificultad para que las entidades financieras comprendan los modelos de negocio son las principales dificultades que se destacan en el informe. A pesar de ello, el 47,8% de las organizaciones de impacto recurrieron a la financiación bancaria en 2022 (un porcentaje superior al de las pymes españolas que supone el 37, 2%). Fondos propios (67,4%), ayudas no reembolsables (47,4%) y deuda a corto plazo (29,4%) son los principales instrumentos de financiación utilizados. El uso de instrumentos específicos como el crowdfunding, la deuda de capital riesgo y los bonos verdes o sociales sigue siendo limitado.

Foto @SpainNab. Mariona González en el GSG Global Impact Summit 2023, celebrado en Málaga, el pasado año

Hablamos sobre los resultados del estudio con Mariona González, una de las personas autoras del estudio y ex directora de innovación y economía social en SpainNAB.

¿Qué dificultades tienen las entidades a la hora de encontrar financiación?

Hay dificultades internas y externas. A nivel interno, por ejemplo, algunas de las entidades que buscan financiación no se sienten cómodas con que entren terceros en su accionariado o no se sienten cómodas endeudándose. Eso nos lleva a que hay que dar a conocer casos de éxito, hay que dar seguridad, porque quizás hay un punto de desconocimiento sobre estos temas y eso genera incomodidad. Por eso el rol de divulgación y de generación de comunidad es importante. Otras dificultades internas pueden ser que no sean suficientemente solventes o que no se sientan capacitadas para pasar un proceso de “due diligence”. 

A nivel externo, el principal reto es el coste de la financiación. Por eso es importante señalar que faltan inversores de impacto, falta ese dinero que asuma generar mucho impacto con menos rentabilidad. Otra de las barreras externas es que, a veces, los financiadores no quieren asumir riesgos reputacionales. De ahí que sea importante hacer estudios y tener datos que demuestran que los riesgos de “default” son mucho más bajos, las organizaciones de impacto son mucho más resilientes si los comparas con una pyme tradicional, por lo que ese riesgo reputacional es mucho más bajo. Y además hay otro factor externo importante que es el desconocimiento del sector, pero incluso de figuras jurídicas. No se conocen suficientemente. Por eso hemos de dar a conocer este sector. Uno de los objetivos del estudio es dar a conocer datos sobre el sector, como su nivel de solvencia, para que tanto los inversores públicos como privados y financiadores tengan argumentos para cambiar sus políticas, incluidas sus políticas de riesgos. 

¿Cuál es la estructura de ingresos de estas entidades?

Si preguntas a la ciudadanía, seguramente la mayoría piensa que todas estas entidades se financian con subvenciones. Pero los resultados del estudio demuestran que más del 60% de los ingresos son de actividad comercial, incluso dependiendo del sector y del tipo de entidad jurídica aumenta o disminuye ese tanto por ciento (por ejemplo, fundaciones y asociaciones tienen menos actividad comercial que centros especiales de empleo). Después, en esa estructura de ingresos, también están las subvenciones y las donaciones privadas. Por eso, este es uno de los datos significativos para cambiar el imaginario de la ciudadanía. Si hablamos de start up de impacto, ya nos vamos al 80% de ingresos que vienen de actividad comercial.

¿Qué instrumentos de financiación son los más utilizados por el sector?

Hoy día, los más utilizados son la financiación bancaria, financiación vía proveedores, diferentes productos bancarios. Es decir, no están usando productos innovadores. Si consideramos que hay unas 25.000 entidades que son de impacto en España, la sorpresa es que toda la innovación, en sentido amplio de la inversión de impacto, no está llegando a ellas.

¿Por qué no está llegando?

Hay que plantearse, efectivamente, si no llega porque el volumen no es suficiente, porque las entidades no se consideran de impacto o porque muchas de ellas no están midiendo con lo cual no pueden acceder a esa financiación. Pero hay un aspecto importante que sale también en el estudio y es la pregunta de si se conocen o no estos instrumentos de financiación en el sector. En la investigación sale que el grado de conocimiento es muy bajo y aun conociéndolo el grado de utilización es muy bajo. Por eso ahí hay un reto y es lo que estamos buscando construir entre todos: dar a conocer y hacer crecer en volumen. Hay muchos temas vinculados a esto que tenemos que trabajar como el acercar la inversión de impacto a territorios que no sean Barcelona, Madrid o Bilbao. En definitiva, el desconocimiento hace que se siga usando la financiación bancaria como principal herramienta de financiación.

Portada estudio de SpainNab
¿Qué rol tienen las entidades financieras? Y , en concreto, ¿qué papel tienen las finanzas éticas?

Un papel muy significativo. Si las entidades financieras lanzaran líneas de negocio orientadas al impacto, podría ser muy transformador. En concreto las finanzas éticas financian proyectos muy transformadores a pesar de tener las “limitaciones” de la banca regulada y, por tanto, el “due diligence” es el que es. Uno de los grandes retos para las finanzas éticas es que cada vez más ciudadanía se plantee qué se hace con mi dinero. En el momento en el cual consigamos crear la concienciación de que con el dinero de ahorro de inversión de los individuos se pueden generar cambios, el volumen de dinero disponible será mucho mayor y será mucho más transformador. Por eso, bajo mi criterio, las finanzas éticas tienen que jugar un rol espectacular.

¿Qué desafíos tiene el sector de la inversión de impacto en los próximos años?

Uno de los desafíos más importantes es el de “impact washing: ver cómo somos capaces de discernir lo que es impacto de lo que no es impacto, ser capaces de tener el vigor suficiente de definir bien el sector. Creo que esto va acompañado del desafío de conseguir una regulación, porque al final, aunque los códigos voluntarios están muy bien como pasos previos, en el momento que se pasa a una regulación es cuando las cosas empiezan a suceder. En esa línea, a nivel global, se está trabajando en lo que se llama transparencia de impacto, es decir, que a futuro haya una contabilidad de impacto, igual que hay una contabilidad financiera.
Y el segundo reto, que yo lo veo una oportunidad, es que igual ha llegado el momento de empezar a profundizar en sectores. Por ejemplo, podemos hablar de cuatro sectores importantes que se pueden ligar con los ODS: el tema de la vivienda social, la economía de los cuidados, el mundo rural (el reto de la España vaciada) y el de la empleabilidad de las personas jóvenes, mujeres y personas en riesgo de exclusión social. El tipo de proyectos es diferente en función del sector, por eso, creo que es una gran oportunidad crecer en proyectos y en financiación de proyectos. En Francia, por ejemplo, más del 70% de la inversión de impacto va dirigida a temas de vivienda. Por eso creo que esa profundización por sectores puede ser una oportunidad y la respuesta a un reto claramente necesario en España. Y, por último, también es un reto la colaboración de los diferentes actores. No competir, sino colaborar.

¿Qué papel crees que puede tener las administraciones públicas en el impulso de la inversión de impacto?

En otros países, como Portugal, Gran Bretaña o Francia quien ha empezado a remar para dar respuesta a grandes retos sociales ha sido la administración pública. Aquí no ha sido así, ha empezado por el sector privado. Si hubiera empezado por la Administración probablemente hubiéramos ido un poco más rápido. La Administración puede tener varios papeles. Por un lado, dar fondos, como el reciente anuncio de creación del FIS (Fondo de Impacto Social). Pero también puede regular e incentivar, que la regulación lleve a aclarar el sector, y una vez bien identificados los diferentes actores del espacio ofrecer incentivos y/o penalizaciones. Porque una vez aprendemos también a medir el impacto positivo y negativo, que las entidades que tengan impactos negativos sean penalizadas y las que tengan impactos positivos sean incentivadas. Por ejemplo, ojalá los incentivos a los productos financieros de impacto fueran mayores. Y, por último, ofrecer fondos para crear ecosistemas.

 

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