Lo que Repsol no dice en su Junta de Accionistas
El pasado viernes 10 de mayo en la Junta General de Accionistas de Repsol, Celia (activista de Greenpeace), junto con compañeras de Oxfam y Fundació...
De Francisco del Pozo Campos, coordinador campaña Combustibles Fósiles en GreenpeaceEl pasado viernes 10 de mayo en la Junta General de Accionistas de Repsol, Celia (activista de Greenpeace), junto con compañeras de Oxfam y Fundación Finanzas Éticas, se “colaron” en uno de los círculos de poder fósil y patriarcal que gobiernan el mundo. Su voz valiente dijo lo que tenía que decir, alto y claro. Mientras, en la puerta del evento, activistas de Greenpeace resistían a la violencia de la seguridad privada de la compañía mientras trataban de desplegar una pancarta que decía «Repsol: culpable nº 1 de la crisis climática«.
La reacción de Antonio Brufau, presidente de Repsol, fue tan visceral que intentó cortar a Celia. Después, y tras escuchar las preguntas, Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, decidió quitarse la careta y hablar por fin claro. Todo su marketing verde saltó por los aires afirmando que Repsol seguirá sacando petróleo y gas incluso pasado 2050 e independientemente de la situación climática, siempre que la sociedad lo “necesite”. Posteriormente, pasó a la ofensiva señalando a Greenpeace y Fundación Finanzas Éticas como responsables del “incremento de emisiones de CO2 en el mundo ligadas al carbón”, de “reforzar a Putin” y de ser “cómplices del lobby eléctrico”.
No podemos permitirnos ni un nuevo proyecto de carbón, petróleo y gas
Según la Agencia Internacional de la Energía (IAE) a nivel global las emisiones de CO2 no dejan de crecer (37,5Gt en 2023, un 1,1% más que en 2022 ) impulsadas, sobre todo, por el aumento del uso de carbón en China, India e Indonesia (8,42Bt en 2023, un 4% más que en 2022). El argumento del CEO de REPSOL, Josu Jon Imaz, para culpar a los ecologistas de este aumento es que la presión social ha impedido que instituciones financieras y gobiernos inviertan en infraestructuras de gas y petróleo (supuestamente más limpias que el carbón), condenando sobre todo a los países del Sur Global al consumo de carbón y, por lo tanto, al aumento de emisiones. Lo que olvida comentar el señor Imaz es que la IAE identifica que la mayor caída del consumo de carbón ocurre en la Unión Europea y los Estados Unidos (alrededor del 20%) y se debe al impulso de la transición energética renovable y la bajada en producción industrial. Desgraciadamente, el crecimiento del carbón, sobre todo en China (+5%) y la India (+8%) compensará con creces estas reducciones.
La realidad a día de hoy es que la racionalidad climática se va imponiendo, aunque sea de manera demasiado lenta y asimétrica para las necesidades de mantener la temperatura por debajo de 1,5 ºC que marca el Acuerdo de París. Los países del Norte Global (responsables históricos de la crisis desde la revolución industrial) van en cabeza con políticas como el programa REPowerEU de la Unión Europea o el Inflation Reduction Act en Estados Unidos. Este impulso ha sido gracias a la presión social y a la aplastante realidad climática. La mejor ciencia, recopilada en el 6º informe de IPCC de Naciones Unidas (IE6), lo deja claro. No podemos permitirnos ni un nuevo proyecto de carbón, petróleo y gas. La transición ha de hacerse de manera directa a un sistema eficiente y 100% renovable. La ciencia es clara: quemar gas (compuesto sobre todo de metano) tampoco es limpio, ni se debe invertir en él para eliminar carbón del sistema. Los estudios demuestran que sus emisiones de ciclo completo del gas (que Repsol no contabiliza) se disparan si contabilizamos las fugas de metano, que es un gas de efecto invernadero 84 veces más potente que el CO2.
¿Biocombustibles o sistema energético con más renovables?
En la política climática hay poco espacio para el triunfalismo y es obvio que no es suficiente con descarbonizar algunas regiones del planeta. La crisis climática es un problema global, pero gracias a la presión social que se produce en espacios como las conferencias internacionales climáticas o COP, la ambición climática llegará a todos los países. En este sentido, el año pasado obtuvimos una pequeña gran victoria: la declaración final de la COP28 dejó claro, por primera vez, que es necesario dejar de consumir carbón, petróleo y gas.
En la citada Junta de Repsol, el señor Brufau y posteriormente también el señor Imaz afirmaron que la electrificación de la sociedad no está funcionando, y que en cambio la propuesta de Repsol, es decir, emplear sus biocombustibles y más adelante combustibles de hidrógeno y captura de carbono, es la transición más efectiva y rentable (se entiende que para Repsol). En cambio Greenpeace y un amplio consenso internacional, incluido la AIE en su escenario de Cero Neto (NZE 2050), apuesta por un sistema energético con más electricidad renovable, más eficiencia y menos consumos superfluos. Decir esto no nos hace “agentes de las eléctricas”(las mismas que se ofenden cuando criticamos su bloqueo al autoconsumo colectivo o su acaparamiento de las comunidades energéticas), solamente aplicamos racionalidad energética.
Electrificar es la opción más madura y eficiente para casi todo: transporte, viviendas e industria. Los combustibles sintéticos y biocombustibles tendrán un rol minoritario en sectores pesados no electrificables (por ejemplo, para mover algunos aviones, barcos o maquinaria industrial) ya que son tremendamente ineficientes y tienen, en función del tipo, emisiones indirectas altas. Además, implican gran ocupación de territorio (ya sea para cultivos o para energías renovables asociadas ) y en muchos casos son aún experimentales (el fuel, biocombustibles de residuos leñosos, captura de carbono, etc..). Por tanto no pueden ser la solución única.
Para terminar, recordar algunos datos de Repsol. Es, según datos del Observatorio de Sostenibilidad, responsable del 62% de las emisiones de todas las empresas de IBEX35. Ocupa el puesto 50 de 122 entre los mayores contaminadores mundiales desde la revolución industrial, según datos del centro británico InfluenceMap. Sus datos de extracción de petróleo y gas en 2023 superan en un 9% a los del año anterior, alcanzando los 599.000 barriles al día (el 60% del consumo de España). Gracias a estas extracciones de petróleo y gas, Repsol obtuvo 5.011 millones de euros de resultado y 2.460 millones de euros de dividendos para sus accionistas.