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Parte 1

240.000 cooperativas en Europa como motor silencioso de prosperidad inclusiva

Aunque invisible en las estadísticas de la mayoría de los organismos oficiales de la Unión Europea, el cooperativismo europeo desempeña una ...

De Rafel Chaves Ávila, catedrático de la Universidad de Valencia. Profesor de Política Económica y Economía Social. Miembro de CIRIEC Internacional

Aunque invisible en las estadísticas de la mayoría de los organismos oficiales de la Unión Europea, el cooperativismo europeo desempeña una enorme y silenciosa labor: contribuye a que los niveles de calidad de vida y de cohesión social del continente sean los más altos del mundo. Esto no es exclusivo de las cooperativas, sino que también se aplica a las demás entidades de la economía social europea: asociaciones, mutuas, fundaciones y empresas sociales.

El primer Gobierno de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, decidió poner fin a esa invisibilidad estadística y, al mismo tiempo, prestar un fuerte apoyo a la economía social con un Plan de Acción plurianual para la Economía Social (diciembre de 2021). Hasta entonces, los únicos informes internacionales sobre la economía social en la UE habían sido auspiciados por el Comité Económico y Social Europeo y realizados por CIRIEC —el último, CIRIEC/Monzón & Chaves (2017). Entre las treinta medidas de impulso figuraba encargar un estudio que evaluara la contribución socioeconómica de la economía social en Europa, tanto cuantitativa como cualitativamente, y que visibilizara esta realidad. Los resultados se publicaron en octubre de 2024 con el conocido Informe EURICSE–CIRIEC.

Este estudio hizo visible estadísticamente a la economía social europea: un amplio sector con una fuerza social y económica potente, dinámica y diversa, integrado por más de 4,3 millones de entidades, el 97 % de las cuales son cooperativas, mutualidades, asociaciones y fundaciones. Da empleo a más de 11,5 millones de personas (6,3 % de la población ocupada). En términos económicos, el volumen de negocio de la economía social en la UE alcanzó casi 913.000 millones de euros en 2021, aunque este dato solo estaba disponible para 19 países.

Las cifras del cooperativismo en Europa

Dentro de la economía social europea, el cooperativismo constituye, sin duda, un eje central: lo integran 240.523 cooperativas, que emplean a 3.339.797 personas y agrupan a 95,6 millones de miembros. En términos económicos, las cooperativas europeas facturaron al menos 591.382,5 millones de € y generaron un valor añadido estimado en al menos 57.251,5 millones de €. Estos datos son parciales para algunos países y pueden reflejar afiliaciones múltiples.

Desde una perspectiva sectorial, las cooperativas predominan en “Construcción e inmobiliario” (vivienda), “Agroalimentario” (agrario), “Salud y asistencia social” (social y sanitaria) y “Venta al por menor” (consumidores). En cuanto a tamaño, la mayoría son pymes: el 86,9 % son microempresas (< 10 trabajadores), el 10,1 % pequeñas (< 50) y el 2,5 % medianas (< 250), según la definición oficial de pymes de la Comisión Europea. Aunque solo el 0,5 % de las cooperativas son grandes empresas, concentran el 35,2 % del empleo cooperativo.

Visualizar la dimensión económica era uno de los dos objetivos principales del Informe EURICSE–CIRIEC; el otro, documentar la contribución de la economía social —y, en particular, del cooperativismo— a la generación de prosperidad inclusiva. Este concepto abarca múltiples funciones sistémicas: creación de empleo decente, economías sostenibles, servicios de salud y educación, protección del medio ambiente y promoción del diálogo social. Organismos como la OIT, la CEPAL, la OCDE y el Consejo de la UE —así como la Resolución 77/281 (18 de abril de 2023) de la Asamblea General de la ONU “Promoción de la economía social y solidaria para el desarrollo sostenible”— han reconocido esta labor.

Resiliencia de la economía social

El informe también analizó la resiliencia de la economía social en la crisis de la COVID-19 y su papel en seis ámbitos estratégicos: agroalimentario, industrias culturales y creativas, turismo, energía renovable, salud y comercio minorista. Destaca la capacidad de adaptación y la contribución clave de las cooperativas a la sostenibilidad, la innovación y la competitividad, especialmente en el medio rural, facilitando el contacto directo entre agricultores y consumidores y promoviendo una alimentación más sana. Sin embargo, sigue siendo invisible en estas funciones sistémicas; carece de métodos para mostrar su valor, lo que limita la sensibilización del público, el diseño de políticas específicas y las oportunidades de empleo para jóvenes.

Son múltiples los retos y oportunidades futuros del cooperativismo y la economía social, pero aumentar significativamente su visibilidad será, sin duda, uno de los mayores desafíos.

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