Cuando la sostenibilidad afecta a los riesgos financieros: el Banco Central Europeo sanciona a Abanca
El BCE sanciona a la entidad gallega Abanca por no haber evaluado los riesgos climáticos a los que está expuesta
De valorsocialEl Banco Central Europeo (BCE) ha impuesto al banco gallego Abanca un pago coercitivo de 187.650 euros por no haber evaluado en el plazo previsto los riesgos climáticos y medioambientales a los que está expuesta la entidad. La sanción, hecha pública el pasado mes de noviembre, deriva de una decisión adoptada el 1 de diciembre de 2023, que obligaba al banco a presentar antes del 31 de marzo de 2024 una evaluación de la materialidad de dichos riesgos. Según el BCE, la obligación se incumplió durante 65 días completos, activando así los pagos diarios previstos para estos casos.
Para comprender el alcance de este episodio conviene situarlo en el contexto del proceso iniciado por el BCE en 2020, cuando publicó su Guía sobre riesgos relacionados con el clima y el medio ambiente. Aquel documento marcó el inicio de una estrategia supervisora orientada a que los bancos integraran estos riesgos en su gobernanza, en sus modelos internos y en su gestión diaria. Dos años después, en 2022, el BCE realizó un ejercicio de estrés climático y una revisión temática que revelaron deficiencias generalizadas en los sistemas de gestión de riesgos de la banca europea. A partir de esos resultados, todas las entidades significativas recibieron cartas individuales con plazos de cumplimiento que debían respetarse. El requerimiento incumplido por Abanca forma parte de ese proceso escalonado de supervisión.

No es política climática sino estabilidad financiera
El contexto político europeo añade un matiz llamativo. En los últimos meses, distintas instituciones y gobiernos han debatido la conveniencia de flexibilizar algunas normativas ambientales con el argumento de reducir cargas regulatorias y reforzar la competitividad. Sin embargo, esta tendencia no ha modificado la posición del BCE en materia de supervisión bancaria. Para el supervisor, la integración de los riesgos climáticos no es una agenda ambiental, sino una cuestión de estabilidad financiera. Así lo expresó Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y vicepresidente del Consejo de Supervisión, en un discurso pronunciado el 12 de febrero de 2025: “Los bancos centrales y los supervisores no son quienes elaboran las políticas climáticas y ambientales. Son quienes toman las decisiones en materia de clima y naturaleza. Este es el principio fundamental que sustenta todas nuestras actividades relacionadas con el clima y la naturaleza en el Banco Central Europeo”.
En esa misma intervención, Elderson subrayó que el cambio climático genera “un volumen cada vez mayor de factores de riesgo” que los bancos deben identificar y evaluar con rigor. La lógica es estrictamente prudencial: los riesgos físicos —como inundaciones, incendios o fenómenos meteorológicos extremos— pueden afectar directamente a empresas, viviendas y actividades financiadas por los bancos, con consecuencias sobre la morosidad y el valor de los activos. Del mismo modo, los riesgos de transición —derivados de cambios regulatorios, tecnológicos o de mercado en sectores intensivos en carbono— pueden implicar depreciaciones repentinas, pérdidas en carteras y ajustes bruscos en modelos de negocio.
Desde esta perspectiva, la sostenibilidad no entra en la supervisión bancaria por un compromiso climático, sino porque su ausencia puede traducirse en pérdidas o desajustes que afecten a la solvencia de las entidades. El BCE insiste en que estos riesgos deben abordarse igual que cualquier otro riesgo financiero relevante. Esa es la base de su postura firme, incluso en un contexto político donde otras instituciones europeas debaten la conveniencia de revisar o relajar determinadas medidas ambientales.
Un mensaje para el sector
La sanción impuesta a Abanca, aunque de cuantía limitada, tiene un significado claro dentro de este marco. Las medidas coercitivas son un instrumento previsto para garantizar el cumplimiento de decisiones de supervisión cuando un banco no atiende los plazos establecidos. El episodio envía una señal al conjunto del sector: los riesgos climáticos forman parte ya de la supervisión prudencial del BCE y no se consideran un elemento accesorio. El BCE entiende que el cambio climático puede afectar de forma directa a la estabilidad financiera y que las entidades deben evaluar estos riesgos con la misma seriedad que otros factores más tradicionales.
La sanción a Abanca, en ese sentido, contribuye a consolidar un enfoque supervisor en el que la sostenibilidad se analiza, ante todo, a través de su impacto en los riesgos financieros. Como indicó Elderson: «Es inevitable que aumenten los riesgos relacionados con el clima y la naturaleza. Ocultarlos no los hará desaparecer, e ignorarlos no los hará menos amenazantes para la política monetaria y la supervisión bancaria«. Resulta significativo, sin embargo, que en plena crisis climática no sean los riesgos para las personas y para el planeta los que guíen con mayor prioridad las decisiones del conjunto de instituciones europeas.