Desaparece la principal alianza bancaria por el clima
La disolución de la Net Zero Banking Alliance evidencia la fragilidad de los compromisos climáticos voluntarios del sector financiero
De valorsocialA inicios de este mes de octubre, la Net Zero Banking Alliance (NZBA), una de las principales iniciativas financieras internacionales contra la crisis climática, anunció su disolución. La decisión, adoptada por votación entre sus miembros, implica el cese inmediato de sus operaciones y la transformación de su estructura en un simple marco de orientación para bancos que quieran mantener sus compromisos de descarbonización. Un cierre que llega apenas cuatro años después de su creación bajo el paraguas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI).
La alianza, que en su momento llegó a agrupar a más de 140 entidades financieras de todo el mundo, representaba uno de los compromisos colectivos más ambiciosos del sector bancario internacional con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050. El anuncio de su disolución no se entiende sin mirar la trayectoria de la alianza en los últimos meses. Durante 2024 y 2025, la coalición fue perdiendo miembros clave. Varios de los mayores bancos internacionales decidieron abandonarla, debilitando progresivamente su legitimidad y capacidad de influencia. En paralelo, el marco de compromisos se fue relajando para tratar de mantener cohesionados a los miembros que quedaban. Su final simboliza, para muchos observadores, un paso atrás en los intentos de autorregulación climática del sistema financiero.

BankTrack advierte sobre los límites de los compromisos voluntarios
La organización internacional BankTrack, que lleva más de dos décadas vigilando la relación entre banca y sostenibilidad, ha calificado la desaparición de la alianza como “el final de una espiral de declive” que llevaba meses anunciándose. Según la entidad, el proyecto había perdido hace tiempo su capacidad de actuar como mecanismo real de rendición de cuentas. En su comunicado de valoración, la organización define la alianza como una estructura sin fuerza política ni técnica, que permitía a los bancos presentarse como comprometidos con el clima mientras seguían financiando la expansión de empresas de combustibles fósiles.
La caída de la NZBA también refleja un cambio de clima político. Desde 2024, la ofensiva de sectores conservadores en Estados Unidos contra las políticas climáticas corporativas ha generado un efecto dominó. Varias entidades financieras abandonaron la alianza temiendo represalias legales o daños reputacionales en sus mercados nacionales. En Europa, donde bancos como HSBC, Barclays o UBS también abandonaron la iniciativa, el argumento dominante fue la pérdida de sentido de una coalición que ya no garantizaba estándares comunes.
¿Qué queda tras la disolución?
Para algunas organizaciones sociales, como BankTrack, la desaparición de la NZBA no debe verse como un simple fracaso organizativo, sino como una advertencia sobre la fragilidad de las promesas voluntarias del sector financiero. Para esta organización, la disolución de la NZBA debe interpretarse como un aviso claro sobre los límites de la autorregulación y pide a los gobiernos que actúen para establecer reglas obligatorias que limiten el financiamiento a actividades intensivas en carbono y exijan a los bancos planes de transición medibles, verificables y alineados con el Acuerdo de París.
Pese a su cierre, la NZBA dejará disponible de forma pública la Guidance for Climate Target Setting for Banks, su documento técnico más relevante. Este material podría seguir sirviendo como referencia metodológica para entidades que deseen definir estrategias de reducción de emisiones. Sin embargo, ya no existirá un marco colectivo de supervisión ni un espacio de coordinación entre bancos. Cada entidad decidirá por sí misma hasta qué punto aplicar esas directrices, sin evaluación externa ni compromiso común.
El caso de la NZBA se suma a una serie de tensiones recientes en el ámbito de las finanzas sostenibles. El auge de las políticas climáticas voluntarias ha chocado con resistencias políticas, litigios y con la propia lógica de negocio de entidades con fuerte exposición a sectores fósiles. La experiencia muestra que los avances logrados en este terreno son frágiles y pueden revertirse rápidamente cuando cambian las condiciones políticas o de mercado. El colapso de la alianza es, en ese sentido, un recordatorio de que las finanzas internacionales aún no han encontrado una vía estable para alinearse con los compromisos climáticos.