¿Podemos alcanzar los ODS con el mismo modelo económico y financiero?

Este 25 de septiembre de 2023 se cumplen ocho años de la aprobación de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pasado el ecuador del plazo de consecución de los objetivos, el panorama pinta mal: «sólo el 15 por ciento de los objetivos van por buen camino y muchos van en sentido contrario«, en palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, quien participó en la inauguración de la Cumbre sobre los ODS 2023, celebrada estos pasados días.

Ya el último Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, publicado por Naciones Unidas este pasado mes de julio, mostraba datos contundentes: los avances para más del 50 % de las metas de los ODS son endebles e insuficientes, y el 30 % están estancados o han retrocedido. Entre las causas de esta situación,  el informe señala la pandemia por COVID 19 pero también la triple crisis vinculada al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. «La humanidad ha abierto las puertas del infierno«, alertó Guterres en la primera minicumbre sobre las ambiciones climáticas de los Estados miembro de la ONU, la pasada semana.

Igualmente, el informe también subraya las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, que ha provocado el aumento de los precios de los alimentos y la energía, así como del costo de la financiación, creando una crisis mundial por el aumento del coste de vida que afecta a miles de millones de personas.

Propuestas de cambio de rumbo

El panorama es desalentador. Quizás por eso, el discurso del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en las diferentes conferencias de la Semana de Alto Nivel 2023, llama a un cambio de rumbo. Un viraje que pasa por asumir los compromisos adquiridos y afrontar cambios en las instituciones. «El mundo ha cambiado, pero nuestras instituciones no. No podemos abordar eficazmente los problemas tal y como son si las instituciones no reflejan el mundo tal y como es. En lugar de resolver los problemas, corren el riesgo de convertirse en parte del problema», afirmó en su discurso de apertura de la Asamblea General de la ONU del pasado martes 19 de septiembre.

Pero además de la reforma institucional, Guterres aboga por la determinación para luchar por la paz, recordando no solo el conflicto en Ucrania sino en países como Sudán, Congo, Haití o Afganistán. Y pone el cambio climático en el centro, vinculando la paz con el desarrollo sostenible. En este sentido, Guterres recuerda las recetas para paliar este mal: eliminar progresivamente el carbón, el petróleo y el gas de forma justa y equitativa, y potenciar masivamente las energías renovables. «Si las empresas de combustibles fósiles quieren formar parte de la solución, deben liderar la transición a las energías renovables. No más producción sucia. No más soluciones falsas. No más financiación del negacionismo climático», indicó en su discurso.

También recordó que los objetivos del planeta son ante todo la lucha contra la desigualdad y, en este sentido, recordó el compromiso con los derechos humanos fundamentales y la necesidad de trabajar por la igualdad de género. «Una mirada alrededor de esta sala muestra que no hemos cambiado lo suficiente. «Nosotros los pueblos» no significa «nosotros los hombres«», indicó en alusión a la menor presencia de mujeres en la Asamblea General de Naciones Unidas.

La financiación, una herramienta imprescindible

La determinación para conseguir remontar la situación y afrontar la consecución de los objetivos de la Agenda 2030 tiene en la financiación un importante herramienta. El coste de lograr los ODS se estima entre 5,4 y 6,4 billones de dólares por año de aquí a 2030, según economistas de Naciones Unidas. Para lograrlo, entre las propuestas abordadas tanto en la Cumbre sobre los ODS 2023 como en el posterior Diálogo de alto nivel sobre la financiación para el desarrollo se propone la reforma de la arquitectura financiera internacional, para responder a las actuales necesidades.

Igualmente, el Secretario General de la ONU propone un estímulo para los ODS de al menos 500.000 millones de dólares por año para aumentar significativamente la financiación asequible y de largo plazo para el desarrollo. También recuerda que es necesario hacer frente al grave problema de deuda que tienen la mayoría de países en desarrollo y propone encontrar mecanismos eficaces de alivio y/o condonación.

¿Con el mismo modelo económico y financiero?

No obstante, esa búsqueda de financiación choca con una realidad. Es necesario reflexionar sobre el actual modelo económico y financiero para no seguir apostando por «soluciones falsas». La determinación para conseguir el cumplimiento de los ODS quizás debería superar la visión de las finanzas como meras captadoras de recursos y/o financiadoras de compromisos internacionales. No es suficiente con asignar a las finanzas el papel de captación y recaudación de recursos, si no que los comportamientos de las propias entidades financieras y sus carteras de inversión también son importantes y no sólo desde el punto de vista medioambiental.

Por ello, es necesario volver la mirada hacia un modelo económico y financiero de construcción colectiva, basado en las personas, que vaya más allá de las tendencias y beneficios a corto plazo, poniendo el dinero de la ciudadanía al servicio del bien común. Finanzas éticas y economía social y solidaria constituyen una verdadera herramienta de transformación social. La carrera hacia el 2030 implica alejarse de falsas soluciones y apostar por un modelo coherente y transparente que ponga a las personas en el centro. ¿Estamos dispuestos?