Castellano
Finanzas Eticas

Oikocredit, 50 años invirtiendo en las personas

En un mundo marcado por desigualdades económicas, conflictos persistentes y una crisis climática que no da tregua, cumplir medio siglo realizando inversiones de ...

De Jorge Berezo, presidente de Oikocredit Euskadi
©Oikocredit Gracias al apoyo de Fundación Génesis Empresarial y Oikocredit, Clara Ofelia emprendió varios negocios que hoy le brindan independencia financiera y bienestar a su familia

En un mundo marcado por desigualdades económicas, conflictos persistentes y una crisis climática que no da tregua, cumplir medio siglo realizando inversiones de impacto no es un logro menor. Oikocredit celebra en 2025 su 50 aniversario, cinco décadas demostrando que la inversión financiera puede y debe ser una herramienta para la transformación social. Este aniversario no es solo una ocasión para celebrar, sino también una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido, reconocer los logros alcanzados y renovar el compromiso con los desafíos que aún quedan por delante.

Oikocredit surgió como una respuesta concreta a la profunda inquietud moral y política que sacudía a las iglesias en la convulsa década de 1960. Fue en la Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias en Uppsala (1968), en pleno auge del movimiento pacifista, cuando jóvenes activistas interpelaron a la institución eclesial para que dejara de ser espectadora y se convirtiera en agente activo de cambio. Denunciaban la complicidad financiera de las iglesias con el régimen del apartheid sudafricano y con la industria de armamento, y reclamaban algo profundamente disruptivo para la época: que los recursos de la Iglesia se pusieran al servicio de la paz y la justicia, no de su destrucción.

Siete años después, aquella visión se hizo realidad con la fundación de Oikocredit, una cooperativa internacional de inversión ética, concebida para canalizar recursos hacia proyectos de desarrollo sostenible en el Sur Global, un propósito que ha guiado su labor desde el inicio y que sigue tan vigente como entonces. El principio era tan sencillo como poderoso: reemplazar la caridad paternalista por la solidaridad real, facilitando el acceso al crédito ético y al capital a quienes históricamente han sido excluidos de los sistemas financieros tradicionales.

Desde sus primeros préstamos —como el concedido en 1978 al Christian Medical College en la India, o el otorgado un año después al Fondo Ecuatoriano FEPP para dinamizar la economía local de Salinas, hoy reconocida como la capital del queso en Ecuador—, Oikocredit ha tejido una red global y dinámica de apoyo al desarrollo. Actualmente, trabaja con más de 500 organizaciones asociadas en 52 países, con un volumen de inversión que supera los 1.000 millones de euros.

Desde entonces, más de 46.000 personas de todo el mundo han decidido invertir en Oikocredit, uniendo sus recursos en una apuesta colectiva por un desarrollo más justo y sostenible. Pero lo verdaderamente inspirador es que el impacto no se mide en euros, sino en historias humanas: mujeres que acceden por primera vez a servicios financieros inclusivos, pequeños agricultores que transforman su producción gracias a asesoría y crédito justo, comunidades rurales que ahora tienen luz gracias a paneles solares.

©Oikocredit
Oikocredit apoya a través de sus socios locales a pequeños productores de café como la costarricense Ruth Solís.

Historias como las de Triendah, Clara Ofelia y Ángela, mujeres emprendedoras de distintos rincones del mundo que, gracias al acceso a microcréditos y formación financiera, transformaron sus vidas y comunidades. Triendah, en Indonesia, inició un negocio de lavandería desde cero con apoyo de Kopsyah BMI; Clara Ofelia, en Guatemala, pasó de no tener nada a manejar varios negocios gracias a la Fundación Génesis Empresarial; y Angela, en Zambia, fundó una escuela y un negocio de salsa de chile, mostrando cómo el emprendimiento puede ser una vía poderosa para la autosuficiencia y el impacto social. Cada euro invertido en Oikocredit es una apuesta por el potencial de las personas, por su dignidad y por la posibilidad real de un futuro más justo y con más oportunidades.

El desafío de adaptarse a los nuevos tiempos

Durante estos 50 años, el mundo ha cambiado radicalmente, y Oikocredit ha sabido adaptarse. Nació centrada en el microcrédito, pero pronto comprendió que la inclusión financiera va mucho más allá de ofrecer préstamos: implica acceso a ahorro, seguros, educación financiera y resiliencia ante las crisis. En esa línea, ha diversificado sus acciones hacia sectores como la agricultura sostenible y, más recientemente, las energías renovables.

La expansión hacia el financiamiento de proyectos energéticos no es casual. Más de 685 millones de personas en el mundo carecen de acceso a energía limpia, fiable y asequible. Oikocredit está ahí, impulsando soluciones como el uso de paneles solares en comunidades rurales, lo que permite desde estudiar por la noche hasta emprender pequeños negocios en condiciones más seguras y dignas.

Además, la organización ha implementado mecanismos rigurosos para medir el impacto real de sus inversiones. Desde 2021 realiza encuestas sistemáticas a los clientes finales de sus socios, con el objetivo de ajustar continuamente su estrategia a las verdaderas necesidades de las personas a las que sirve. Esta capacidad de autocrítica y mejora continua es, sin duda, uno de sus grandes activos.

©Oikocredit
SEKEM, socia de Oikocredit en Egipto, convierte el desierto en tierra fértil mediante la agricultura regenerativa.
En tiempos de cambio social crece el compromiso por un futuro más justo

Pero el camino no está exento de desafíos. La actual coyuntura global –marcada por guerras, crisis climática, migraciones forzadas e inestabilidad económica– ha hecho que muchos inversores tradicionales se muestren más reticentes al riesgo. Esta circunstancia incrementa el valor estratégico y ético de quienes deciden seguir apostando por inversiones con impacto social, aun sabiendo que el retorno económico puede ser menor, priorizando el hecho de que el retorno humano es incalculable.

Además, Oikocredit deberá seguir navegando en un mundo donde la desigualdad crece y las soluciones requieren no solo dinero, sino alianzas, innovación y coherencia ética. La expansión hacia proyectos de agua, vivienda y saneamiento es una señal clara de que no quiere dormirse en los laureles, sino responder activamente a las necesidades emergentes.

Mirjam t’Lam, directora general de Oikocredit Internacional, lo resume con claridad: el 50 aniversario no es solo una celebración, es una invitación. Una invitación a transformar el sistema desde dentro, a usar el dinero como palanca de justicia, a invertir –literalmente– en un mundo más humano.

La propuesta de Oikocredit es profundamente contracultural en un tiempo en que la lógica del máximo beneficio domina el mundo financiero. Frente a eso, Oikocredit recuerda que cada inversión puede ser un acto de amor al prójimo, de fe en la humanidad, de esperanza activa. Cincuenta años después, desde Oikocredit queremos seguir recordando que otro mundo no solo es posible, sino que ya se está construyendo. Y que todos podemos ser parte de él.

El mejor modo de mantenerte al día.

Desde la redacción de Valor Social a tu correo una selección de noticias de finanzas éticas y economía sostenible.