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Parte 5

Una perspectiva de las finanzas para la cooperación al desarrollo. La experiencia de Oikocredit

Cuando se fundó Oikocredit, en 1975, no se utilizaba ninguno de los términos que hoy en día manejamos en el ámbito de la cooperació...

De Jorge Berezo, miembro de Oikocredit Euskadi
Foto ©Oikocredit Euskadi

Cuando se fundó Oikocredit, en 1975, no se utilizaba ninguno de los términos que hoy en día manejamos en el ámbito de la cooperación al desarrollo y las finanzas éticas. No se oía hablar de capacitación técnica, ni de inversión de impacto, ni de cooperación financiera, ni de blended finance… ni qué decir de la necesidad de una taxonomía de las finanzas sostenibles que ayude realmente a discernir de qué estamos hablando en cada caso.

Oikocredit fue, sencillamente, una iniciativa del Consejo Mundial de Iglesias – la principal organización ecuménica internacional – como reacción ante el hecho de que muchas inversiones estaban financiando actividades relacionadas con la guerra en Vietnam o el régimen de Apartheid en Sudáfrica. Si a esto se le une que los movimientos eclesiales querían tener su propio fondo alternativo para invertir en el desarrollo de las personas más vulnerables, Oikocredit supuso una opción sólida y solidaria ante las inversiones bélicas.

Hoy en día se ha convertido en una cooperativa de crédito en la que más de 56.000 personas y organizaciones invierten sabiendo que su dinero se utiliza para financiar proyectos que ayudan a mejorar las condiciones de vida de personas de bajos ingresos en Latinoamérica, África y Asia, con una cartera de financiación vigente superior a los 1.000 millones de euros. Sigue siendo una iniciativa en la que quienes invierten buscan conseguir el mayor impacto social, aunque la rentabilidad económica de su inversión sea muy modesta.

Foto ©Oikocredit Euskadi
Microfinanzas, agricultura y energías renovables en países del Sur

Ese impulso inicial por reducir las pobrezas y desigualdades utilizando un instrumento financiero había que llevarlo a la práctica. ¿Qué tipo de proyectos se pueden financiar para mejorar el desarrollo local en regiones desfavorecidas y que a la vez permita que Oikocredit sea económicamente sostenible y ofrezca una pequeña remuneración de la inversión? Oikocredit ha ido descubriendo en su historia tres ámbitos en los que existen actividades económicas privadas que benefician a las personas más desfavorecidas: la inclusión financiera (microfinanzas y financiación de pymes), la agricultura y las energías renovables. Toda su inversión se dirige exclusivamente a estos tres sectores, financiando más de 500 organizaciones en alrededor de 60 países en Asia, África y Latinoamérica.

La mayoría de la inversión está dirigida a microfinanzas porque ha sido un sector que se ha desarrollado en paralelo a Oikocredit. Desde la irrupción del Grameen Bank y de los bancos de aldea de Finca, a finales de los años 70, las instituciones microfinancieras han proliferado y crecido en todo el mundo para dar servicio a millones de personas sin acceso a crédito, o con acceso a él en condiciones abusivas. Oikocredit ha aportado fondos para ese desarrollo, en forma de crédito o de inversión en capital social en organizaciones que proporcionan microcréditos a personas de pocos recursos, tanto para sus pequeñas iniciativas empresariales como para atender necesidades familiares.

Y en paralelo al apoyo a las microfinanzas, Oikocredit ha apostado por la producción y comercialización de productos agrícolas. Ha apoyado y sigue impulsando muchas cooperativas de campesinado que cultivan café, cacao, frutos secos, fruta… Muchas de estas organizaciones participan del movimiento de Comercio Justo y muchas, también, trabajan producción ecológica. Junto a las microfinanzas y la agricultura, la energía renovable es el sector de más reciente incorporación a la cartera de inversión de Oikocredit. Representa algo más del 5% de los fondos invertidos, y se apoyan siempre proyectos de generación doméstica o local y de ahorro energético.

Foto ©Oikocredit Euskadi

En la estrategia para los próximos años, se está explorando un enfoque “orientado a comunidades” en el que financiar proyectos para el desarrollo integral de comunidades, que pueden materializarse en iniciativas de educación, de agua y saneamiento, de vivienda… y ya se están desembolsando los primeros créditos con esta visión.

Medir el impacto, sin hacerse trampas al solitario

Decíamos que las personas y organizaciones que invierten en Oikocredit buscan principalmente que su dinero tenga el mayor impacto social positivo. Oikocredit recaba información, mide muchos parámetros de impacto y edita anualmente un potente informe. Las cifras de impacto social son siempre controvertidas, porque cada organización mide cosas distintas y se comparan “churras con merinas”, y porque no se debe tratar sólo de sacar pecho sino de demostrar que la acción realmente produce un cambio. En este sentido en los últimos años se ha preguntado directamente a las personas clientes o socias de las organizaciones que Oikocredit financia – las beneficiadas en última instancia – sobre los cambios en su vida en los últimos 12 meses, y los resultados son muy alentadores. Pero quizá el resultado más sorprendente es la reacción de muchas de esas personas, que expresan agradecimiento por el mero hecho de que alguien quiera saber cómo están.

Más allá de las etiquetas

Al intentar describir qué es y qué hace Oikocredit no hemos utilizado ninguno de los términos que enumerábamos al principio. En estos casi 50 años el foco ha estado en los hechos y no en las etiquetas. Fuimos descubriendo que hacíamos cooperación al desarrollo, que estábamos dentro del mundo de las finanzas éticas, que se nos podía calificar como fondo de inversión de impacto… aunque lo realmente importante es seguir haciendo las cosas bien y con fidelidad a la identidad, los valores y principios de la organización.

Foto Portada de la Encuesta de Autopercepción del cliente, de Oikocredit

Todos estos años han dado para mucho. Oikocredit ha participado en bastantes proyectos de blended finance, junto a los brazos financieros de las instituciones estatales de cooperación al desarrollo más importantes (Proparco – Francia, KfW – Alemania, FMO – Países Bajos, Finnfund – Finlandia, USAID – EE.UU). Además, también tiene una actividad muy potente en capacitación técnica de las organizaciones que financia o que puede llegar a financiar, que alimenta con sus propios recursos y de fondos donados o subvenciones públicas.

La cooperación al desarrollo en España está en un momento de fuerte evolución. La denominada cooperación financiera está en el candelero y se están creando fondos públicos y de cooperación público-privada que pueden dinamizar una intervención en desarrollo mucho más potente y mejor encaminada que en las anteriores décadas. Tanto la administración central como la autonómica (Catalunya y Euskadi son pioneras en este campo) están mostrando gran interés y dando cobertura normativa a este tipo de cooperación. Sea bienvenida, pero, al mismo tiempo, vigilada.

No nos olvidemos nunca que las finanzas pueden ser una potente herramienta para el desarrollo de las personas, familias y organizaciones, y para dinamizar la economía, pero también es un instrumento peligroso que puede sobre endeudar a las personas y llevar a la quiebra a países enteros. Quienes pagan los platos rotos son siempre los más débiles, y Oikocredit, en su largo recorrido, ha aprendido que la euforia no nos debe hacer perder de vista nunca a las personas que queremos apoyar y proteger.

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