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Parte 2
Género y finanzas

Inclusión financiera de las mujeres: una oportunidad de transformación

En 1995, hace ya 27 años, se celebró, en Beijing, la IV Conferencia Mundial de las Mujeres, en la que 189 países expresaron su intención ...

De Raquel Coello Cremades y María Jesús González Sanz, consultoras en ONU Mujeres
Foto iStock ©Nadezda_Grapes

En 1995, hace ya 27 años, se celebró, en Beijing, la IV Conferencia Mundial de las Mujeres, en la que 189 países expresaron su intención de enfocar sus esfuerzos hacia el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género. A pesar de este compromiso, los cambios en esta materia -aunque significativos en algunos casos- han sido demasiado lentos para lo que la realidad exige. La desigualdad de género es una barrera para el desarrollo sostenible y la construcción de una sociedad más justa.

El concepto de empoderamiento hace referencia al proceso mediante el cual personas y grupos desfavorecidos adquieren poder para cambiar su condición de exclusión. El sistema de relaciones sociales en el que vivimos es asimétrico otorgando posiciones y responsabilidades diferenciadas para hombres y mujeres en la mayoría de las esferas (económica, política, social y cultural), donde las mujeres se encuentran en situación de desventaja.

La pandemia ha evidenciado el desigual reparto de los cuidados

La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 ha profundizado los nudos estructurales de la desigualdad. Debido a la segregación del mercado laboral, la crisis ha tenido un mayor impacto en la perdida de empleo femenino. También afectó en mayor medida a los emprendimientos de las mujeres, sobrerrepresentadas en las pequeñas y medianas empresas y en sectores de menor rentabilidad. Por otra parte, la pandemia evidenció la injusta organización social de los cuidados, fundamentalmente a cargo de las mujeres, quienes lo realizan mayoritariamente al interior de los hogares de manera no remunerada o de manera remunerada en condiciones precarias. La pandemia y las medidas para contener sus efectos significaron un aumento desproporcionado en el tiempo que las mujeres dedican a estas tareas, limitando su incorporación al mercado de trabajo y al logro de su autonomía económica.

Repensar el modelo económico predominante

Para avanzar hacia una recuperación justa y transformadora, es necesario enfrentar estas desigualdades desde una visión crítica de la realidad social pero también de la mirada tradicional a la economía. La economía feminista y la ecológica son modelos que cuestionan el paradigma neoclásico económico, asentado sobre profundos sesgos androcéntricos y antropocéntricos, centrados exclusivamente en el ámbito productivo, desconociendo el papel fundamental del trabajo de cuidados en la reproducción social. La naturaleza es considerada como un input más dentro del objetivo de generar riqueza, imponiendo un modelo extractivista y medioambientalmente insostenible.

Repensar el paradigma económico predominante y visibilizar el impacto que tiene sobre las personas (principalmente sobre las mujeres) debería ser el punto de partida para posicionar en el centro de las agendas políticas la eliminación de las barreras estructurales que limitan el acceso pleno de las mujeres a sus derechos y empoderamiento económico.

La importancia de la inclusión financiera

El desempeño activo de las mujeres en la economía productiva (pieza clave para lograr su autonomía económica) condiciona y es condicionado por su inclusión financiera. Según datos del 2017 publicados por el Banco Mundial,  en su base de datos Global Findex de acceso a servicios financieros, en el mundo el 68% de las mujeres tiene una cuenta bancaria, el 24% ahorra y el 9% dispone de crédito a través de alguna institución financiera, existiendo importantes diferencias entre regiones y países. En concreto, en América Latina y el Caribe, solo el 52% de las mujeres tiene una cuenta bancaria, el 9,6% ahorra y el 8,5% tiene acceso al crédito.

Existe una alineación global sobre la importancia de avanzar hacia la inclusión financiera de las mujeres como una de las barreras estructurales para el acceso a oportunidades económicas. Dentro de la Agenda de Desarrollo 2030, la inclusión financiera es promovida de manera directa en siete metas de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y de manera indirecta fortalece la capacidad para avanzar en el resto de ODS ya que potencia la generación de oportunidades.

Construir herramientas adecuadas a las necesidades de las mujeres

Como se indica en un estudio publicado recientemente por ONU Mujeres,  es necesario construir las herramientas adecuadas a las necesidades de las mujeres para cimentar una economía al servicio de las personas y su entorno. La experiencia en la región latinoamericana muestra que los principales avances en materia de inclusión financiera se deben al desarrollo de diferentes estrategias que culminen en la creación de instrumentos transformadores de dinámicas excluyentes presentes en el mercado.

Portada del informe de ONU Mujeres «Finanzas para todas»

Las estrategias multiactorales tienen capacidad para generar iniciativas financieras exitosas en términos de inclusión, ya que involucran a todos los agentes dentro del ecosistema financiero poniendo el foco en el diseño de herramientas que superen prácticas arraigadas en un sistema que desconoce las particularidades de las mujeres, donde los gobiernos tienen un papel determinante como generadores, articuladores y diseñadores de un marco propicio. Asimismo, se evidencia la importancia de ofrecer una oferta integral de servicios financieros y no financieros para que las mujeres amplíen su participación en la economía y reduzcan sus niveles de vulnerabilidad. Además, la mayoría de las iniciativas exitosas llevan detrás un cambio en la cultura organizacional y ajustes institucionales de las entidades financieras centrados en poner en valor el rol de las mujeres en la economía y adaptar así sus ofertas de valor. Por otra parte, la información sobre la demanda y el desempeño de los distintos productos y servicios financieros generados tiene un gran poder de llamada a la acción para mejorar la oferta de valor y la colaboración interinstitucional entre los distintos agentes del ecosistema financiero.

Inclusión financieras: una oportunidad de transformación no sólo personal

Avanzar en la igualdad de género y el empoderamiento económico de las mujeres mediante su acceso a servicios financieros y no financieros de calidad es una oportunidad de transformación no sólo personal, sino también para sus familias, así como una oportunidad de reactivación para las economías locales. Este potencial de transformación es también importante para el funcionamiento sostenible del sistema financiero en sí mismo.
Invertir en empoderamiento económico de las mujeres para avanzar hacia la igualdad de género es una cuestión compartida de derechos humanos y de justicia social.

Objetivo y metas de la Agenda 2030 en materia de igualdad de género

A nivel global, la importancia y reconocimiento de la igualdad de género en la agenda política quedó plasmada en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Validada, en 2015, por la cumbre de Naciones de Unidas, supone un ambicioso programa político de alcance mundial (rompiendo la división Norte-Sur) donde se exponen los principales desafíos económicos, políticos, sociales y ambientales actuales. Avanzar en esta agenda implica romper con los roles y estereotipos tradicionales de género que limitan su participación en los procesos y espacios de los que depende su autonomía económica, como el mercado laboral, el financiero, las redes empresariales, el acceso y control de recursos, y el acceso a espacios de toma de decisión económica, entre otros. Implica también la participación activa de todos los actores sociales y económicos, desde sus distintos roles y potencialidades. En este sentido las instituciones del ecosistema financiero juegan un papel clave para lograr esta transformación.

* Raquel Coello es especialista regional de Políticas de Empoderamiento Económico. Maria Jesús Gonzalez Sanz es especialista para el apoyo técnico en Empoderamiento Económico de las Mujeres. Ambas trabajan para la Oficina regional para las Americas y el Caribe de ONU Mujeres.


 

* Dosier elaborado con la colaboración de la Dirección General del Trabajo Autónomo, de la Economía Social y de la Responsabilidad Social de las Empresas del Ministerio de Trabajo y Economía Social

 

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