¿Qué hay detrás del café que tomas?

Cada día se consumen más de 2.000 millones de tazas de café en el mundo. Un gesto cotidiano que, sin embargo, está profundamente conectado con las grandes desigualdades sociales, los impactos ambientales y la lógica especulativa de la economía global. El líquido negro de nuestras tazas es mucho más que una bebida estimulante: es el resultado de una cadena de producción que concentra injusticias, pero también posibilidades de cambio.

Este mes de mayo se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Comercio Justo, una fecha que pone el foco en la necesidad de construir un sistema comercial más equitativo y sostenible. En ferias, tiendas y redes sociales, uno de los productos más presentes ha sido, como cada año, el café. Presentamos algunos datos para elegir mejor la próxima taza. 

Industria amenazada por el cambio climático

El auge del consumo mundial ha hecho del café uno de los productos más comercializados del planeta. Pero su éxito tiene consecuencias. La demanda creciente está empujando a ampliar plantaciones en zonas tropicales, generando una pérdida alarmante de biodiversidad. Según el Coffee Barometer 2023, cada año se pierden alrededor de 130.000 hectáreas de bosque debido a la expansión cafetera. Esta deforestación no solo contribuye a agravar la crisis climática, sino que también pone en peligro los medios de vida de las comunidades locales.

Paradójicamente, el propio café está entre los cultivos más amenazados por el cambio climático. Se estima que más de la mitad de las tierras actualmente aptas para su cultivo podrían dejar de serlo antes de 2050. El aumento de temperaturas, las sequías prolongadas y los fenómenos climáticos extremos ya están afectando a países como Brasil y Vietnam. En este último, la producción cayó un 20 % entre 2023 y 2024, una muestra de la fragilidad del modelo agroexportador en un contexto de emergencia ecológica.

Mientras tanto, el precio del café se dispara en los mercados internacionales. En 2024, el café arábica aumentó su valor en un 13 %, y el robusta duplicó su precio respecto al año anterior. Pero estas subidas rara vez benefician a quienes lo cultivan. La especulación financiera convierte el café en un activo rentable para los intermediarios, mientras que los pequeños productores —que representan el 60 % del café que se consume a nivel global— siguen percibiendo ingresos bajos, sin acceso a servicios básicos ni protección laboral. La Organización Internacional del Trabajo y diversos estudios del sector han documentado, además, la persistencia del trabajo infantil en 17 países productores.

Comercio justo: otra manera de tomar café

Frente a esta realidad, el comercio justo no es una etiqueta más. Es una alternativa real y transformadora. Los sellos de comercio justo garantizan condiciones laborales dignas, precios mínimos estables, ausencia de explotación infantil y respeto por el medio ambiente. A través de redes cooperativas, los productores pueden acceder a formación, prefinanciación, apoyo técnico y participación democrática en la toma de decisiones. Al elegir café de comercio justo, estamos apoyando un modelo económico más justo, resiliente y sostenible.

Consumir café con conciencia no significa dejar de tomarlo, sino entender qué apoyamos con cada elección de consumo. Apostar por el comercio justo es apoyar un sistema económico más humano, que pone en el centro a las personas productoras y protege el planeta. Por eso, la próxima vez que te sirvas una taza de café, tal vez la mejor pregunta no sea “¿solo o con leche?”, sino:¿Qué estoy apoyando con esta taza?.