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Trabajo y microcréditos. ¿Cómo enfrentan la crisis los proyectos financiados? ¿Y las entidades?

Las asociaciones y redes de microfinanzas y ayudas reintegrables siguen activas para sostenerse y sostener ante la nueva crisis económica accelerada por el Covid-19. ...

De valorsocial

Las asociaciones y redes de microfinanzas y ayudas reintegrables siguen activas para sostenerse y sostener ante la nueva crisis económica accelerada por el Covid-19.

Una de las afectaciones más flagrantes de la crisis económica ha sido en el trabajo. Las ayudas a personas en paro y autónomas, así como la cobertura con ERTEs en aquellos sectores en que ha parado o se ha reducido la actividad económica fueron de las primeras medidas aplicadas a la par que las sanitarias. Hay quienes están lejos de estos apoyos, y que ya previamente a esta crisis, quedaban excluidos tanto del mercado laboral como de los créditos bancarios para poner en marcha proyectos de autoempleo.

Que nadie se quede atrás, y menos ahora

En las Asociaciones de Finanzas Alternativas y Solidarias, uno de los focos del trabajo es el de apoyar y acompañar iniciativas y empresas de personas que quedan excluidas del crédito bancario por no poder garantizar un retorno o no contar con avales. También, como cuentan en REFAS (Red de Finanzas Éticas y Solidarias), «buscando su viabilidad, apoyando, a través de sus redes la producción y el consumo responsable, que los haga sostenibles y viables».

En estas asociaciones se conceden, por ejemplo, ayudas reintegrables a proyectos de empleo y autoempleo, se aapoya y asesoran los procesos, se financia a pequeños productores del Sur… Trabajan cada entidad desde su territorio, y se organizan en red para hacer frente a problemáticas que sobrepasan lo local, y retroalimentarse. Como ahora, que ante la crisis desencadenada por la pandemia del Covid19 han buscado herramientas y un discurso conjuntos, así como hacer un análisis de la situación en los proyectos que están impulsándose desde su espacio.

Dificultades de los pequeños proyectos

En este artículo publicado por REFAS, Beatriz Oliver explica que “a principios del año 2020, estaban abiertos y con actividad, un total de 450 proyectos, con una financiación por valor de 1.400.000 €” y casi todos estos, a partir de la declaración del estado de alarma “han tenido que readaptar su actividad por dificultades en la distribución de sus productos o están cerrados hasta que se levanten las restricciones”.

Las realidades en REFAS son muy diversas, y por lo tanto el proceder de cada organización ha sido distinto, pero todas tienen en común el acompañamiento a todas las empresas y proyectos. Esto ha permitido, como cuentan, evaluar de manera precisa las situaciones para poder encontrar la vía adecuada para cada una, ya sean “moratorias en el pago de cuotas de devolución de las ayudas-reintegrables, o de las cuotas de socios y socias”; condonación de intereses, refinanciación… y también buscar soluciones para garantizar la continuidad a futuro, con la reformulación del proyecto, y otras alternativas para anticipar ingresos y poder cumplir las cuotas que vienen.

Y es que perder o que estos proyectos se paren implica que se paren también los ingresos que sostienen la vida de muchas; ya sea porque son quienes los emprendieron o porque trabajaban en ellos.

En lo rural los proyectos se han mostrado más sostenibles

En la Asociación Fiare Castilla y León, se refleja una realidad alejada de la situación que se vive en los centros productivos industriales o urbanos: “en lo rural los proyectos se han sostenido mucho más”, cuentan. El 20% de las empresas iniciativas que recibían apoyo de microcréditos han tenido dificultades para continuar, un porcentaje mucho menor que en las ciudades.

Y es por eso que poner la mirada a lo rural puede dar claves en cómo continuar, repensar y reconvertir la actividad económica de quienes estén impulsando proyectos propios. Desde dicha asociación afirman que “no hay disminución del trabajo, pero sí del trabajo tal y como lo entendemos ahora”, y propone mirar a los pueblos que, alejados de la indústria y de grandes circuitos financieros y productivos están sobreviviendo.

Es importante añadir otros factores, como las características de estos procesos y sus protagonistas: población excluida del mercado laboral y de los créditos bancarios. Colectivos como mujeres migradas, resaltan en la Asociación Fiare de Castilla y León, que son el 68% de las usuarias de las ayudas reintegrables para emprender “en su mayoría mayores de 45 años y con una trayectoria vital que ha implicado la renuncia a su vida laboral en favor del cuidado de hijos y/o mayores a su cargo”.

Observan que la resiliencia y la capacidad de resistencia de muchas de estas personas es algo común en las emprendedoras y trabajadoras de estos proyectos, que hace que a pesar de la situación, sepan que hay redes y cómo ponerlas a funcionar para que no se caigan.

Nuevo escenario, medidas distintas

Con esta perspectiva, la de huir del derrotismo, sin dejar de ser conscientes de las vulnerabilidades a las que el sistema aboca, y que esta situación está dejando -todavía más- al descubierto, se proyectan estas organizaciones: apuestan por repensar el trabajo, poniendo la vida en el centro.

Quienes acceden a estas ayudas tienen proyectos para poder decidir su medio de vida, y lo hacen a través de los cuidados, la cultura, la transmisión del conocimiento como motor de «otra» economía y no como una esfera invisible. Y es, quizás, un buen momento para mostrar que son miradas posibles y apuestas sólidas.

Además, también es un momento para (re)abrir debates a distintos niveles para que ante nuevas crisis, no haya siempre respuestas insuficientes, sino que esté garantizada la vida de todas.

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