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Covid-19

¿A dónde irán los Fondos Europeos más ambiciosos de la historia?

España será el segundo país más “beneficiado” por el reparto de fondos de la Unión Europea en esta etapa de recuperació...

De Alba Crespo Rubio

España será el segundo país más “beneficiado” por el reparto de fondos de la Unión Europea en esta etapa de recuperación de la crisis económica desatada por la Covid-19.

Obtendría 66.300 millones de euros en préstamos y 59.000 en ayudas, además de 12.400 millones de euros del programa ReactUE para afrontar las consecuencias de la emergencia sanitaria, que solo tiene vigencia para este 2021. España recibiria también 35.376 millones de euros en fondos de cohesión y otros 7.801,7 millones de euros de ayudas agrarias durante el periodo 2021-2027. En total unos 140.000 millones de euros.

Los presupuestos europeos

Esta cantidad es una parte del total de 1,8 billones de euros que ayudará a reconstruir la Europa posterior a la COVID-19. El presupuesto a largo plazo de la UE, aprobado a mediados de diciembre (después de un intenso debate Hungría y Polonia levantaron el veto a esta decisión), sumado a un fondo específico para hacer frente a la crisis económica actual, llamado Next Generation EU, (750.000 millones de euros) se convierten en los presupuestos más ambiciosos de la historia de la UE.

Según la Comisión Europea, este esfuerzo financiero para estos próximos siete años va destinado a hacer una “Europa más  más, digital y resiliente”. Y podría ser así, ya que el acuerdo se basa en que el 50% del presupuesto debería ir destinado a investigación e innovación, transiciones digitales y energéticas justas, y programas de salud, en el marco de fondos específicos. Una parte importante del paquete también pone la mira en la agricultura, el cambio climático, la biodiversidad y la igualdad de género.

Lo que puede pasar en realidad

Pero a la práctica, es complicado porque todavía no están implantados los criterios ecosociales que limitan o regulan este desembolso que podrían evitar que las ayudas vuelvan a las mismas manos que ya concentran el poder económico, o que podrían hacer que sirvan para hacer realidad la famosa transición ecológica y digital justa.

Como señala Brenda Chávez en este artículo para El País, el poco tiempo disponible influye en la planificación. España debe presentar un Plan de Recuperación y Resiliencia antes de abril. Después, en tres meses, se hará la evaluación entre la CE y el Comité Económico Financiero.

Eso impide proponer proyectos más radicalmente transformadores, y seguramente también implicará un incapacidad de la institución pública, que acabará derivando en el sector privado estas gestiones de planificación y aplicación.

Además, con una Taxonomía Verde incompleta porque no condiciona las actividades contaminantes y unas grandes empresas e industrias acostumbradas y preparadas para recibir fondos europeos (que a su vez no están dispuestas a esta transformación con una mirada en el planeta o el bien común), podrían absorber un paquete de ayudas que lo único que hará es atrasar, ralentizar, un tema que es urgente: frenar la emergencia económica, social, climática.

La salida de la crisis no depende solo de los fondos europeos

En el momento en que se desbloquea este acuerdo para unos presupuestos que tienen como meta salir de la crisis, hay también varios frentes abiertos para los gobiernos de los paises de la UE. Porque estos paquetes, y la ampliación de la deuda, puede permitir -o no- una mejor salida para todas, pero cada estado afronta otras cuestiones que pueden determinar como se vivirán los años post-Covid.

En el Estado español hay dos divisiones que a nivel económico pueden condicionar la situación. En primer lugar se está planteando una reforma más de las pensiones. La propuesta en todo caso va en detrimento de la población (rebaja de más del 5%, ampliación del cómputo laboral necesario en diez años) con el objetivo de contener la deuda de la Seguridad Social. En segundo, está en boga la prometida modificación de la Reforma Laboral de 2012, que a pesar que fue un posicionamiento político clave para el gobierno, nunca llega.

De momento, si las ayudas europeas van destinadas a reforzar las empresas y contener el gasto de las instituciones, y a nivel más local no hay un enfoque profundamente ecológico y social, es difícil poder afirmar que la salida de la crisis va a ser justa y equitativa.

 

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