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Parte 8

Paul Ortega, director de la Agencia Vasca de Cooperación: “Dinero no falta en el mundo, lo que falta es voluntad para ponerlo a trabajar por el bienestar colectivo”

El Gobierno Vasco se encuentra a punto de aprobar una nueva Ley Vasca de Cooperación y Solidaridad. Sustituirá a la aprobada en 2007, modernizando y ...

De Sara Garcia Martin
Imagen general del seminario celebrado en Bilbao organizado por la Agencia Vasca de Cooperación, en febrero 2022 ©eLankidetza

El Gobierno Vasco se encuentra a punto de aprobar una nueva Ley Vasca de Cooperación y Solidaridad. Sustituirá a la aprobada en 2007, modernizando y actualizando al contexto de hoy la experiencia acumulada por la cooperación al desarrollo en Euskadi. En esa revisión se incorpora el estudio y definición de nuevas herramientas, como la modalidad de cooperación financiera en Euskadi.

El pasado mes de febrero, se celebró en Bilbao un seminario de lanzamiento del proceso de definición de la modalidad de cooperación financiera en Euskadi. Asistieron representantes de la economía social y solidaria, las finanzas de impacto, ONGD, universidad y administración pública. La relatoría del seminario ofrece un resumen de los aportes y reflexiones de las personas participantes. Hemos preguntado a Paul Ortega Etcheverry, director de la Agencia Vasca de Cooperación, sobre lo que puede aportar la herramienta de la cooperación financiera al desarrollo de una política pública de cooperación.

Paul Ortega, director de eLankidetza, en la jornada de presentación del informe 2022 sobre cooperación descentralizada, celebrada en abril de 2023
¿Qué puede aportar la herramienta de cooperación financiera a la política de cooperación vasca?

Puede aportar varias cosas, que consideramos estratégicas. Por un lado, abordar una política de desarrollo económico local que fomente iniciativas con impacto a una escala superior y supere la lógica de la subsistencia. Se trata de poner en valor las pequeñas y medianas empresas que los territorios y comunidades del sur global pueden generar, pensadas y gobernadas para ofrecer servicios y crear riqueza y empleo en clave de proximidad. En ese sentido, el acceso a la financiación en condiciones justas es clave y nos encontramos que las entidades financieras locales acostumbran a apoyar otro tipo de emprendimientos, por diferentes razones. El resultado es que el modelo económico imperante sigue sin ofrecer oportunidades a la gente ni sumando en la construcción de sociedades más democráticas, al favorecer la acumulación de riqueza en muy pocas manos.

Por otro lado, supone el poder apalancar más recursos para afrontar esa estrategia. Está claro que, con nuestra AOD, solamente, no pueden realizarse todas las inversiones económicas necesarias. Estas van mucho más allá de los tradicionales fondos rotativos o de los microcréditos, supone trabajar con las finanzas locales, y apalancar y orientar los recursos que ya están en el sur global hacia esos objetivos. Y, ojalá, sumar los que las finanzas éticas en el Estado español puedan sumar a ese esfuerzo. Eso supone también liberar AOD para otras líneas con un contenido político más explícito, y que difícilmente pueden ser sostenidas con instrumentos no soportados por las subvenciones.

Finalmente, supone un paso adelante en la corresponsabilización de las organizaciones y comunidades con las que se trabaja en el sur global. Romper con la relación de dependencia que conlleva la donación, asumir el riesgo implícito en las propuestas que se formulan desde la economía real y dejar de lado el sostener indefinidamente estructuras inviables. Es un paso que requiere un cambio de visión y de maneras de hacer, mucho empoderamiento y una reflexión profunda de hasta qué punto no hemos estado reproduciendo un modelo dependiente de la cooperación.

¿Qué instrumentos se pueden desarrollar dentro de la cooperación financiera de una administración pública?

La propuesta que estamos preparando, como decía antes, pretende hacer accesibles los servicios financieros en el sur global para esas cooperativas y organizaciones a les que ahora les resulta imposible plantear disponer de un crédito para establecerse, extender su cadena de valor, acceder a nuevos mercados, etc. La idea es disponer de un fondo capaz de capitalizar empresas, apoyarlas con créditos o avalarlas. Se está estudiando cómo sería su estructura, pero la voluntad es que la AOD vasca sirva para generar condiciones de manera que invertir en ese fondo sea atractivo, reduciendo el riesgo o asumiendo pérdidas, y que se capten recursos en colaboración con las finanzas éticas vascas. Y compartiendo sus criterios, por supuesto, la coherencia es básica en todo esto.

El fondo debe tener, además, una parte de donación, con la que contribuir a la formación o al apoyo técnico necesario. Hasta que se constituya el fondo y sea operativo, ya podemos empezar con esa parte y preparar el camino. Es importante para eLankidetza (Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo) y así se ha planteado desde el inicio, hacerlo en un proceso de aprendizaje colectivo, por el cambio sistémico que supone trabajar o cooperar así. Así que cuanto antes empecemos a poner en marcha todas las piezas de un mecanismo complejo como este, antes empezaremos a equivocarnos, acertar y aprender. Es importante hacerlo de la mano de nuestras entidades, universidades o cooperativas, porque ¿quién mejor que la economía social y solidaria vasca, para compartir su experiencia con otros territorios?

¿Se ha utilizado hasta ahora? Si es así, ¿es posible poner algún ejemplo?

Es la primera vez en el Estado (y diría que en Europa) que se pone en marcha la cooperación financiera a nivel subestatal. Durante muchos años, ha sido patrimonio de los Estados, moviéndose en unos niveles y construyéndose de tal manera que la participación de las finanzas éticas, las ONG y las cooperativas era prácticamente imposible. Existen experiencias y herramientas limitadas a los fondos rotativos y, en menor medida, algunos casos liderados por ONG, que están abriendo camino. Con ellas queremos aprender y empezar a construir una modalidad potente de cooperación financiera.

Hay que destacar el trabajo de Microfides, de Oxfam, de ANESVAD o de la Fundación EKI. Son organizaciones que han visto la necesidad poner en marcha otro tipo de propuestas, que encajan en lo que ahora llamamos cooperación financiera. Existe también una corriente interesante en el mundo financiero, las inversiones de impacto, que se hace una pregunta compleja: ¿podemos invertir de manera que se genere un impacto social o medioambiental positivo desde el inicio? El Fondo Huruma, con el apoyo de la AECID, no deja de ser un referente ahora mismo, por la cantidad de recursos apalancados, gracias a la AOD, y por la capacidad que tiene de ser una herramienta alineada con las políticas públicas de cooperación. Es importante, sin embargo, seguir evaluando y comprobando los impactos generados, que no se trata de una manera de ampliar el negocio financiero a los países del sur global, aumentando su exposición a la deuda.

¿Qué aspectos prioritarios deberían tenerse en cuenta a la hora de llevar a cabo iniciativas de cooperación financiera desde la administración?

El para qué, los objetivos. En línea con lo anterior, hay que tener claro que la nueva modalidad tiene que estar al servicio de la política pública de cooperación y que contribuye a esta con nuevos recursos y abordajes, para aumentar su impacto. Existe el riesgo de que esa premisa inicial se substituya por la de “¿dónde coloco el dinero para conseguir la rentabilidad prometida a los inversores que han subscrito el fondo?”. Por eso es tan importante trabajar con las finanzas éticas, porque existe una coincidencia en la visión del tipo de desarrollo que buscamos, y del papel que juegan las finanzas para hacerlo posible. No vamos a negar que las inversiones de impacto puedan finalmente contribuir también a desplazar el mundo financiero hacia un eje más próximo al interés común, pero llevará su tiempo y mucho diálogo entre todas las partes.

Construir de manera colectiva, como ya he dicho, es fundamental también. Nos permite sumar y ser transparentes, aprender evitando apriorismos y prejuicios. A nivel del enfoque, es necesario optar por cubrir aquellos sectores que no son atractivos para nadie, aunque ello conlleve un riesgo superior. Apostar por el empoderamiento económico de las mujeres o por cooperativas que empiezan; por procesos de paz y reconciliación, donde la creación de oportunidades económicas es clave para la desmovilización de combatientes y para que la gente vuelva a sus territorios sin miedo, con una esperanza razonable en el futuro. Dinero no falta en el mundo, lo que falta es voluntad y condiciones para que este se ponga a trabajar, no para reproducirse, si no para producir bienestar colectivo. Y eso debe ser misión de lo público.

La nueva Ley de cooperación española de cooperación al desarrollo plantea la creación del FEDES. ¿Cómo se valora lo que recoge la ley sobre este nuevo fondo?

En realidad, lo importante sobre el FEDES no se ha escrito todavía. Queda pendiente, ya para la próxima legislatura, aprobar el reglamento que lo rija, en el que pretendemos que se contemple la colaboración con iniciativas como la vasca. Que se abra la puerta a construir de manera diferente a como se ha venido haciendo hasta ahora, con luz y taquígrafos e incorporando un caudal de conocimientos que es una irresponsabilidad total dejar de lado. Si el nuevo FEDES y la cooperación financiera estatal, con sus actores y recursos, puede a la postre abrir juego a las cooperaciones en otros territorios, habrá sido un gran avance de esta ley.

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