Las finanzas éticas y las finanzas de impacto, un diálogo prometedor
Las finanzas de impacto concentran su atención en buscar un resultado social y ambiental positivo en las inversiones realizadas. Un impacto que debe ser ...
De Jordi Ibáñez, director Fundación Finanzas ÉticasLas finanzas de impacto concentran su atención en buscar un resultado social y ambiental positivo en las inversiones realizadas. Un impacto que debe ser intencionado y medido. Es decir, la entidad que recibe la financiación debe tener como finalidad la resolución de una problemática social y ambiental y debe poder medir en qué grado su desarrollo está contribuyendo a resolver esa problemática. La medición de ese impacto, pero sobre todo su intencionalidad, es el paso adelante que dan las finanzas de impacto respecto a otras propuestas desarrolladas del capitalismo financiero como el Plan de Finanzas Sostenibles de la UE con su taxonomía ambiental (y próximamente con la incorporación de una taxonomía social), o los más débiles en su rigurosidad, pero no menos destacados mediáticamente, principios de las Naciones Unidas para banca responsable.
SpainNab, el principal foro del sector en España, lo desarrolla así: “la inversión de impacto es aquella que intencionalmente busca un impacto social o medioambiental medible, además de un retorno financiero. Este tipo de inversión incluye un amplio abanico de objetivos de retorno financiero, riesgo e instrumentos de financiación, así como inversiones en organizaciones con diversas formas jurídicas, pero siempre con tres características: centralidad del impacto social y medioambiental, medición de dicho impacto y expectativa de retorno financiero”, en su informe “Hacia una economía de impacto: Recomendaciones para impulsar la inversión de impacto en España”
Por tanto, cuando hablamos de finanzas de impacto, no basta la inclusión de criterios negativos o la inversión en títulos financieros de empresas o proyectos catalogados de sostenibles social o ambientalmente, ni tan solo la inversión en empresas certificadas por sus desempeños ASG (ambiental, social y de buen gobierno). Ese impacto debe medirse y, además, la empresa en la que se invierte debe tener ese impacto como objetivo, tiene que haber sido creada para resolver una problemática social o ambiental.
Las finanzas éticas incorporan elementos imprescindibles para el cambio
Desde su nacimiento, las finanzas éticas han adoptado también buena parte de esa perspectiva, al menos con relación a la actividad de préstamo productivo. Pero incorporan otros elementos aún de mayor calado que pueden ser imprescindibles para alcanzar un verdadero cambio hacia un modelo económico sostenible social y ambientalmente.
El manifiesto fundacional de Banca Etica, conocida en España como Fiare Banca Etica, dice que las finanzas éticas “requieren un compromiso integral y coherente por parte de la entidad, que oriente a toda su actividad”. Para que esto suceda, la vocación de impacto debe recogerse en los propios estatutos y documentos constitutivos de la entidad. En las finanzas éticas la centralidad del impacto se lee como un requisito aplicable al conjunto de la entidad: no es compatible una actividad inversora de impacto con una sin impacto. La incorporación de una estantería de productos alineados junto a otros que no lo están suele arrojar un saldo negativo. Y puede tener, además, la mala intención de buscar un posicionamiento de mercado con el único objetivo de maximizar el beneficio del accionista a toda costa: “algunos clientes buscan impacto así que debo posicionarme” parece decir. Como consecuencia, el impacto deja de ser central y pasa a ser instrumental.
Riesgos de un impacto instrumental
Cuando el impacto pasa a ser instrumental, corre mucho riesgo: puede no ser real o ser menor de lo que se transmite: es lo que conocemos por greenwashing o socialwashing. Pero, además, tiene como consecuencia la generación de descrédito de todo el conjunto de iniciativas financieras con planteamientos socio ambientales, construyendo una opinión pública contraria a las iniciativas que hablan de impacto y sostenibilidad. Por tanto, es conveniente fomentar entidades financieras de impacto y rechazar entidades financieras simplemente con productos de impacto. En España, encontramos más de un ejemplo de entidades de impacto con esa vocación de buscar impacto en todos los servicios que ofrecen. Repasamos algunas de ellas en este mismo dossier. La verificación práctica de esa vocación debe ser públicamente disponible, es decir, requiere de la más absoluta transparencia: en qué se invierte el total de los recursos. La transparencia define al sector de las finanzas éticas y puede inspirar al conjunto de las iniciativas de finanzas de impacto.
La razón de ser de la organización es generar impacto. Esto no excluye la necesidad de obtener el mejor superávit posible en la gestión de los recursos e incluso la distribución de excedentes como fórmula para poder llegar a un mayor número de inversores. Pero el beneficio se considera un medio, no un fin. En las finanzas éticas, así como en las empresas sociales según la propia EMES, el establecimiento de ciertas limitaciones en la distribución de dividendos o la desvinculación de las retribuciones a la generación de beneficio diluye la posibilidad de que las aspiraciones económicas estén por encima de las sociales o ambientales. Esto no reduce para nada la necesidad y la responsabilidad de la eficiencia económica, es decir, conseguir el objetivo con el uso más eficiente de los recursos disponibles. De hecho, varios estudios señalan que las finanzas éticas, que como hemos mencionado son consideradas también como finanzas de impacto, tienen resultados económicos al menos tres veces superiores a las finanzas convencionales. Una buena práctica, en consecuencia, la encontramos en aquellas instituciones financieras que se alinean con el concepto de empresa social y las finanzas éticas y, en este sentido pueden ser un modelo inspirador.
Construcción de ciudadanía y visión política
La visión política de la necesidad de transformar muchas veces no queda recogida en las experiencias prácticas de las finanzas de impacto, aunque sí en las voces que lo impulsan. La coherencia que buscamos reside en la intensidad de la inconformidad de los promotores con el sistema económico. Ideas más reformistas o ideas más transformadoras deben subyacer detrás de las finanzas de impacto. Ronald Cohen, uno de los principales valedores de esta corriente habla de la Revolución del Impacto en su libro “IMPACT”. Después de denunciar las crecientes desigualdades y la depredación de los recursos naturales defiende que: “necesitamos un nuevo sistema donde las empresas que demuestran integridad social y ambiental tengan mucho más éxito que aquellas que simplemente son interesadas y donde las personas y las organizaciones se comprometan a encontrar su plenitud siendo parte de alguna cosa más que de ellos mismos, más que luchando por conseguir más dinero.“
Otras voces, más alineadas con perspectivas postcapitalistas, como las finanzas éticas, hablan de la transformación completa de la economía para ponerla al servicio de las personas y el planeta y aunque no dan una receta única, sí tienen siempre un medio en común: la cooperación y la construcción colectiva de una nueva ciudadanía. Según Sasía y de La Cruz, autores de un interesante artículo publicado en Icade (número 80, 2010), «La banca ética como herramienta de acción política», afirman que “la banca ética se construye sobre la base de redes de acción colectiva crítica que politizan en clave alternativa la intermediación financiera. Estas redes recuperan su valor social y van consolidando, precisamente a través de una lógica económica no excluyente, estructuras densas de transformación”. En esta última visión, la construcción de ciudadanía a través de las finanzas, ponen en común economía social y solidaria y finanzas éticas. En cualquier caso, tanto en esas visiones más reformistas como en estas últimas más transformadoras, la visión política es imprescindible para constituir proyectos coherentes y por ello, debe haber total coincidencia entre objetivos organizacionales, intención de los promotores y por ende el establecimiento de cauces de participación. Y es en este punto donde de nuevo las finanzas éticas pueden ser modelos inspiradores para hacer posible la revolución del impacto.
En definitiva, las finanzas de impacto representan un avance sustancial por dos razones. En primer lugar, porque están consiguiendo algo que las finanzas éticas no acaban de conseguir: empujar el modelo capitalista financiero hacia una nueva forma de concebir las finanzas, que sea útil para una nueva economía. En segundo lugar, porque se toman la medición del impacto en serio y lo ponen en el centro de la actividad de las organizaciones. Sin embargo, cabría ahondar en algunos aspectos en los cuales las finanzas éticas pueden hacer de imán. En primer lugar, la coherencia, evitando que entidades financieras que siguen priorizando la maximización de dividendos participen en iniciativas de impacto sin revisar el conjunto de la organización plenamente. Y en segundo lugar, dando mayor contenido político transformador a sus proyectos, estableciendo modelos de gobierno en los que los movimientos ciudadanos que abogan por un cambio de rumbo puedan participar de manera democrática en las entidades financieras de impacto.