Cuando ellas emprenden
El último informe del Observatorio del Emprendimiento en España (Informe GEM España 2021-2022) subraya el incremento de mujeres involucradas en iniciativas emprendedoras de ...
De Sara Garcia MartinEl último informe del Observatorio del Emprendimiento en España (Informe GEM España 2021-2022) subraya el incremento de mujeres involucradas en iniciativas emprendedoras de menos de tres años y medio de vida y un aumento de su participación en todas las fases del proceso de emprendimiento. Hemos hablado con varias mujeres al frente de proyectos emprendedores (Librería café La Otra, Quesería Jaramera y 13 grados) para conocer sus reflexiones en torno al emprendimiento y sobre la participación de la mujer en la economía y en las finanzas.
Sobre las motivaciones para emprender
“La idea de poner en marcha la librería-cafetería surge cuando nos encontramos tres personas, que éramos amigas, y que dada la situación de precarización que cada cual tenía decidimos intentar construir nuestro propio proyecto”, explica Arantxa Mateo, una de las integrantes de la cooperativa Librería café La Otra, en Valladolid. En el caso de Lucía Sáez, bióloga procedente del mundo de la consultoría, el proceso de impulsar la Quesería Jaramera, ubicada en Torremocha del Jarama (Guadalajara), llegó vinculado a una búsqueda de cambio debido a un problema de salud “Me di cuenta de que había que cambiar algo porque alguna pieza no encajaba. Fue en ese momento cuando me plantee qué es lo que sabía hacer, más allá de la consultoría, y lo que sabía hacer resulta que era queso”.
Esa búsqueda de cambio también llevó a Sara Carrasco, fisioterapeuta e ilustradora, y Silvia Iglesias, psicóloga, a poner en marcha su empresa, la cooperativa gallega 13 grados, dedicada a la educación ambiental y la divulgación y conservación del medio marino, ubicada en Vigo. El buceo les abrió un mundo que las ha llevado a emprender. “Fue un flechazo, hasta el punto de darle un giro a nuestra vida. Pero, aparte de esa pasión, había otra inquietud, una concienciación de nuestro consumo en el día a día y su impacto en la naturaleza, en particular en el medio marino. El poder trabajar en esto era nuestra manera de poner nuestro granito de arena en la sostenibilidad y la conservación del medio natural en general y del medio marino en particular”.
Sobre las dificultades … a veces invisibles
La búsqueda de coherencia con los valores propios sobrevuela la conversación en diferentes ocasiones. A veces, aún a costa de ser identificado como un obstáculo en el desarrollo del proyecto, como nos indica Arantxa: “El querer buscar esa coherencia en todo nuestro planteamiento, desde el fondo bibliográfico de la librería hasta los productos usados en cafetería, es una apuesta fundamental en el proyecto, pero tiene su contrapartida. Hemos pagado y seguimos pagando un precio muy alto por ello, nos condiciona”.
Y ese condicionamiento genera incertidumbre, sobre todo económica, que es uno de los aspectos que todas ellas identifican como una de las dificultades en estos años de emprendimiento. Para Sara y Silvia, de 13 grados, “emprender da un poco de vértigo porque no se tiene la estabilidad deseada. Pero la zona de confort realmente es engañosa porque si no estás bien en tu trabajo o estás bien, pero quieres otra cosa, ese confort es un poco falso, porque realmente lo que te va a hacer feliz es otra cosa”. Arantxa cree que es importante poner las condiciones materiales sobre la mesa y tener claro el margen que se tiene. “Cuando tienes la incertidumbre de saber si cada mes vas a cobrar o no y cuánto vas a cobrar… eso tiene una incidencia en todos los ámbitos de la vida. Hay que tenerlo en cuenta porque cuando hablamos de dificultades, esas más invisibles hay que ponerlas sobre la mesa”, afirma.
Entre esas dificultades invisibles se encuentra el hecho de ser mujer. En el caso de Lucía ese factor es fundamental, sobre todo por el sector en el que trabaja, el ganadero, y el entorno en el que se mueve, el mundo rural. “En mi sector, ser mujer genera unas dificultades que si hubiera emprendido en solitario o si mi socia fuera una mujer (su socio actual en la empresa es Pedro Henares) el acceso a los ganaderos hubiera sido muy complicado. A mí me ha sucedido estar vestida de quesera, abrir la puerta de la quesería y que me digan “¿puedo hablar con tu jefe?”. Recuerdo ir a hablar con un ganadero para proponerle una colaboración y directamente que no se sentara a hablar conmigo, cosa que no le ha sucedido a mi socio Pedro que siempre ha tenido la oportunidad de hablar, incluso aunque fuera para un no”.
Para Arantxa, la infantilización de las mujeres por parte de algunos hombres, por ejemplo, mediante apelativos como “la chica” “la niña”, así como los sesgos culturales son aún una constante. “Al igual que, dado que mi compañera era una mujer racializada, había gente que presuponía que la jefa era yo y ella la empleada, cuando estaba nuestro compañero inicial, que era un señor, se presuponía que de la parte de gestión y de la parte intelectual el responsable era él y las cosas de cafetería y cocina las responsables éramos mi compañera y yo. Esto sigue siendo una realidad”. En el caso de las integrantes de la cooperativa 13 grados a todo ello se sumó el hecho de ser mujeres jóvenes y el carácter del proyecto, alejado de estereotipos productivos. “Éramos mujeres, jóvenes, y además lo que queríamos hacer era emprender en el medio marino en Galicia, pero fuera de la explotación pesquera o del ámbito biológico de investigación. Tuvimos algunas respuestas desalentadoras. Nos daba la sensación de que no nos tomaban en serio”.
A esas dificultades invisibles vinculadas al hecho de ser mujer se suma la conciliación y el mundo de los cuidados. “Las dos compañeras que iniciamos este proyecto éramos madres, y madres solas, eso es un condicionante fundamental en cuanto a tiempo, dedicación o posibilidad de arriesgar”, afirma Arantxa. Para Lucía, esa dificultad la pone como prioritaria ahora que es madre. “En mi caso ha sucedido más tarde porque empecé el proyecto joven, pero ahora me parece el escollo más difícil que abordar y por supuesto hay una diferencia abismal en ello si eres hombre o mujer”.
Por ello, todas han encontrado en el modelo económico de la economía social un espacio que genera posibilidades de conciliación, de apoyo a los cuidados. “Los principios en la economía social incluyen eso como algo que tiene que estar sí o sí. Es una cuestión de prioridades y el tener claros pilares como conciliación, justicia social, conservación medioambiental, etc. en lugar de tener como prioridad los asuntos económicos o de rendimiento es la diferencia. Eso no quiere decir que no tengamos que vivir de ello. Nosotras somos una cooperativa sin ánimo de lucro y a veces se confunde y no se acaba de entender que eso no significa trabajar gratis”, explica Silvia Iglesias, de 13 grados. “También es importante esa atención y entendimiento de la diversidad, que cada persona es diferente, con diferentes capacidades y necesidades”, complementa Sara Carrasco.
Sobre la importancia de referentes… pero con valores
Para hacer frente a las dificultades derivadas del hecho de ser mujer, estas emprendedoras creen que tener referentes de mujeres en cualquier campo, también en el de la economía y las finanzas, es fundamental. No sólo porque pueden mostrar un camino que quizás no se había pensado, – si no te planteas la posibilidad porque no ves a otras mujeres u otras formas de enfrentar la vida o el mundo laboral, es difícil que por ciencia infusa te llegue la inspiración”, indica Arantxa – si no también porque encontrar a otras mujeres en el camino y ver esas referencias ayuda a mejorar la confianza y la seguridad necesarias para afrontar el trabajo. “Como mujeres a veces somos nosotras mismas las que nos ponemos obstáculos para seguir creciendo u ocupar espacios donde podemos estar perfectamente y hay que estar. La autoconfianza es una asignatura pendiente para muchas mujeres”, afirma Lucía. “Al principio cuando venía algún señor y me cuestionaba tenía que demostrar que yo controlaba. Hasta que llegó un momento que tuve claro que no tenía que demostrar ni lo que sé ni lo que valgo para legitimarme ante nadie. Ahora ya estamos curtidas, pero en un principio costaba mucho”, corrobora Arantxa quien cree que a medida que se consigue más autonomía económica y laboral hay un impacto, se adquieren recursos y habilidades que trascienden el ámbito laboral y tienen repercusión en muchas otras esferas de la vida.
No obstante, la coherencia con los valores propios sobrevuela nuevamente la conversación. “Es importante tener esos referentes, pero sobre todo la inspiración de valores es lo que se debe trasmitir. A mí, por ejemplo, Cristine Lagarde personalmente no me inspira nada, por mucho que sea mujer, por el tipo de gestión que hace” explica Sara Carrasco. Por eso, comparten que hay que dar voz no sólo a determinados estereotipos o formas de gestionar, “si no construir imaginarios con realidades cercanas, sin caer en la “romantización” o en la “folclorización”, visibilizando las luces y las sombras del emprendimiento”, afirma Arantxa.
Quizás por eso no son amigas de compartimentar y afirmar con contundencia que hay una manera de gestionar diferente entre hombres y mujeres. Piensan que quizás puede haber una forma diferenciada de establecer prioridades en algunos casos, derivado del papel tradicional establecido para la mujer, pero no son partidarias de generalizar, “también conozco mujeres que cubren el rol que se supone de hombres y que, por ejemplo, generan ambientes muy agresivos a nivel verbal, muy competitivos, poco solidarios y que, de alguna forma, han asumido esos supuestos roles masculinos”, afirma Lucía.
Sobre espacios amigos como la economía social y las finanzas éticas
En lo que sí están de acuerdo es en señalar la importancia de encontrar espacios amigos, como el ámbito de la economía social o el de las finanzas éticas, donde todas ellas se han sentido acompañadas e incluso priorizadas. “Formar parte de la economía social es formar parte de un universo que habla el mismo idioma”, afirma Lucía. Ese formar parte de la economía social implica algo que todas ellas señalan con imprescindible en el emprendimiento y que encuentran en el modelo de la economía social: establecer redes de apoyo y crear vínculos con otras entidades, para reivindicar, para visibilizar, pero también para crecer y desarrollarse.
Y nuevamente surge la coherencia con los valores y el no dejarse vencer por la comodidad de no hacer nada- “cuando conocimos las finanzas éticas, vimos un modelo financiero acorde con nuestros valores y se nos abrió un mundo nuevo “, afirma Sara. «La cosa está clara, en una entidad puedes dormir tranquila y conectar con una serie de principios afines a tus valores mientras que con la otra entidad vas a tener que mirar para otro lado porque si realmente sabes lo que estás financiado te escandalizarías. En ese sentido, tanto a nivel personal como empresarial, que exista una alternativa es fundamental”, explica Silvia.
* Dosier elaborado con la colaboración de la Dirección General del Trabajo Autónomo, de la Economía Social y de la Responsabilidad Social de las Empresas del Ministerio de Trabajo y Economía Social