Comercio Justo y finanzas éticas, a la búsqueda de sinergias
Seguramente, cuando Edna Ruth Byler, fundadora de la organización Ten Thousand Villages, viajó con su marido a Puerto Rico en el año 1946 no ...
De valorsocialSeguramente, cuando Edna Ruth Byler, fundadora de la organización Ten Thousand Villages, viajó con su marido a Puerto Rico en el año 1946 no imaginó que su nombre quedaría como el de una de las personas que dio los primeros pasos del movimiento conocido como Comercio Justo. En su viaje, conoció a mujeres en la zona puertorriqueña del Valle de La Plata que vivían en situaciones precarias y luchaban por alimentar a sus hijos. Ella sabía lo que eran las dificultades económicas porque había vivido la Gran Depresión. Vio los bordados que creaban las habilidosas mujeres de La Plata y pagó por algunas piezas, las llevó a casa y comenzó a venderlas, transportándolas en su coche, a personas que conocía. Reinvirtió las ganancias para comprar más piezas a las mujeres y así comenzó un ciclo de comercio solidario.
La primera tienda formal de “Comercio Justo” se abrió en 1958 en Estados Unidos. En Europa, también a finales de los años 50, la ONG Oxfam en Reino Unido empezó a vender artesanías fabricadas por refugiados chinos en sus propios locales a través de lo que se llamó Comercio Alternativo. Todas estas iniciativas surgen como respuesta a un sistema de comercio internacional que ya entonces asfixiaba a las poblaciones del Sur mediante los bajos precios del mercado y la constante dependencia de intermediarios.
En 1964, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), los países del Sur, bajo el lema ‘Comercio, no ayuda’ ( Trade not Aid), solicitaron la aprobación de unas reglas comerciales más justas. La conciencia sobre la inequidad en el comercio internacional impulsó la fundación de la Organización Mundial de Comercio Justo, entidad que hoy agrupa a más de un millón de personas productoras y trabajadoras, organizadas en hasta 3000 organizaciones de base, en más de 75 países de todo el mundo.
Principios y actores del comercio justo
El modelo propuesto por el Comercio Justo ofrece un sistema comercial en el que los productores deben recibir un pago justo por su trabajo. Esto implica que se les pague un precio justo por sus productos, que cubra los costes de producción y les proporcione un ingreso adecuado. “La mayoría de productos de comercio justo cotizan en bolsa, como el cacao o el café. Aunque en la bolsa el precio de esos productos baje por debajo de un mínimo que se considera digno y de subsistencia, para que puedan cubrir sus costes de producción el comercio justo paga el llamado premio mínimo, aunque el resto del mercado no. Además está la prima de Comercio Justo, una cantidad adicional de dinero que se paga por encima del precio mínimo acordado. Eso es impacto y ayuda”, explica David Díaz, de Oikocredit Catalunya.
Este sistema pretende contribuir a atenuar la pobreza del Sur y devolver la dignidad a las personas productoras, no solo mediante el aumento de ingresos sino también mediante acompañamiento, formación y seguimiento. En las relaciones comerciales derivadas del Comercio Justo se respetan principios vinculados a derechos humanos, laborales y sociales (salarios justos, precios justos, no utilización de trabajo infantil, etc.), se promocionan prácticas como libertad sindical o democracia en la toma de decisiones y se promociona la protección del medio ambiente, con una producción respetuosa con el entorno.
En este sistema, son varios los actores que intervienen. Por un lado, pequeños productores que han sido excluidos del sistema del comercio internacional y que tienen dificultades de acceso al mercado. Existe una gran diversidad de asociaciones de productores en los países del Sur, organizados en familias, cooperativas, federaciones, talleres, empresas, etc. Por otro lado, dentro de esta red, las organizaciones de comercio justo cumplen un importante papel como importadoras, intermediarias entre las personas productoras y consumidoras. Las relaciones comerciales entre productores e importadores se basan en un modelo de diálogo y mutua participación. Por último, los productos de Comercio Justo llegan a las estanterías de los comercios normalmente a través de dos distribuidores comerciales: las tiendas de comercio justo (gestionadas muchas de ellas por ONGD, en las que no sólo se venden los productos sino que realizan una gran labor de sensibilización entre la ciudadanía) y, en los últimos años, la red de ventas se ha expandido hacia supermercados y otros comercios de distribución masiva.
Relación finanzas éticas y comercio justo
El impacto de las diferentes crisis también se ha dejado sentir en el sector. La tendencia global de la digitalización de las compras y la crisis del comercio local han afectado directamente a las tiendas del sector. Muchas de ellas han tenido que cerrar. Pero también los productores sufren las consecuencias de la necesidad de inversión para diversificar cultivos o mejorar los equipos de regadío, así como del incremento en los costes de producción.
Para solventar algunos de los problemas vinculados a la financiación, las sinergias entre finanzas éticas y comercio justo son a priori evidentes. Desde las finanzas éticas existen diferentes iniciativas que apoyan al sector del comercio justo. El informe elaborado hace algunos años dentro del proyecto europeo PRICE (El Comercio Justo y sus interrelaciones con las Finanzas Éticas) ya describía los instrumentos de Finanzas Éticas más utilizados por el comercio justo a nivel internacional. Las instituciones de finanzas éticas ofrecen productos de ahorro y productos de inversión que apoyan la labor de los diferentes actores del comercio justo (cuentas de ahorro con donaciones a entidades de comercio justo, emisión de bonos que financian proyectos medio o largo plazo, crédito para apoyar las inversiones de organizaciones intermediarias y pequeñas tiendas, apoyo económico a microfinancieras o fondos de inversión de impacto a largo plazo que sirven para apoyar a pequeños agricultores y productores locales).
En octubre de 2022, el Observatorio de las Finanzas Eticas, espacio promovido por la organización FETS, publicó el informe “Comercio Justo y Finanzas Eticas: Retos Compartidos” que pretende ofrecer una visión de la relación entre ambos sectores. Si bien centrado en el ámbito catalán, el documento señala algunos retos y conclusiones que pueden ser extrapolables al ámbito estatal. Entre los posibles retos para el sector de las finanzas éticas se señala un mayor trabajo conjunto entre entidades de Finanzas Éticas, tanto a nivel estatal como internacional, y también con otros actores mínimamente afines, para poder desarrollar de forma conjunta tecnología y soluciones que respondan a las necesidades del Comercio Justo o trabajar junto al sector asegurador ético y solidario para desarrollar seguros específicamente diseñados al Comercio Justo. En definitiva, herramientas de cooperación financiera público-privada y multistakeholder que faciliten los procesos de financiación ética del sector y tengan en cuenta las características de cada actor
Por su parte, en el informe también se detectan ámbitos de mejora para el Comercio Justo que ayudarían a una relación beneficiosa con las Finanzas Éticas. Por un lado, dada la coincidencia de valores, priorizar el uso de la financiación ética para sus actividades y al mismo tiempo hacerla más visible. Por otro lado, fortalecer y mejorar las sinergias mayores entre las propias entidades del sector, para intentar construir economías de escala y conseguir, entre otras ventajas competitivas, relacionarse e interactuar con las Finanzas Éticas como un bloque unido.
“Existe una afinidad casi absoluta a nivel de principios y valores entre comercio justo y finanzas éticas”, indica David Díaz, uno de los autores del estudio, “a pesar de ello, no hay tanta relación entre los dos sectores, según pudimos ver en el estudio. Las necesidades de financiación varían en función del actor, pero una de las principales conclusiones señala que es necesario una mayor comunicación entre ambas partes para superar cierto desconocimiento sobre el funcionamiento mutuo”. Como señala el informe, la promoción de espacios de encuentro, reflexión y trabajo conjunto entre ambos sectores permitiría crear sinergias y hacerlos crecer más allá de la simple relación comercial entre entidades financieras y organizaciones clientes.