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Parte 6
Política Financiera

Finanzas contra la ciudadanía: desahucios, armas y emergencia climática

La concentración de los grandes bancos comerciales fortalece a los más poderosos pero vulnerabiliza todavía más a los ya vulnerables. ¿Qué ...

De Alba Crespo Rubio

La concentración de los grandes bancos comerciales fortalece a los más poderosos pero vulnerabiliza todavía más a los ya vulnerables. ¿Qué mecanismos y consecuencias materiales para la vida hay detrás de las entidades que protagonizan estas fusiones?

“Tres de cada cuatro armas no existirían sin el financiamiento de los bancos”. Jordi Calvo, investigador del Centre Delàs d’Estudis per la Pau afirma que, según los datos de los consecutivos estudios sobre Banca Armada realizados por esta organización, es en parte gracias a la gran inversión de las entidades bancarias privadas que la industria armamentística puede seguir desarrollándose.

Los bancos privados contribuyen a sostener muchas otras industrias que, mientras les aportan enormes beneficios, afectan directamente a las condiciones de vida de la mayoría de la población. Nicola Scherer, investigadora en el Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG), asegura, además, que la concentración del poder en el sector financiero (y la consecuente financiarización de la economía) contribuye a alejar todavía más las decisiones de la perspectiva humana, social y ambiental.

Los bancos deciden

Hay un nuevo mapa financiero en el Estado español. Entre 2020 y 2021 se cerrarán cerca de 4.000 oficinas bancarias. No están desapareciendo los bancos, se están convirtiendo en gigantes financieros, mediante fusiones y absorciones que abonan un panorama “oligopólico”, como señala Jordi Calvo. Controlar el mercado, planificar la economía desde las propias empresas, es el objetivo. “Cuando no se consigue el monopolio, se opta por lógicas oligopólicas, de dominio de unas pocas con mucho poder, y es lo que sucede en el sector financiero: de un centenar de entidades financieras que había en España, estamos pasando a cinco o seis”.

Nicola Scherer, además, señala que también el proceso de financiarización tiene un papel clave: “mientras los estados se han ido endeudando, empobreciendo, con consecuencias directas en la ciudadanía a través de los recortes en servicios públicos, hemos visto que la riqueza se ha trasvasado a los actores del sistema financiero internacional, como fondos de inversión o los grandes bancos comerciales”. Y esta financiarización “penetra más cada vez a procesos de decisión política, asume más poder real, afectando a la vida de las personas”. La vivienda es un ejemplo: un bien “que debería ser un derecho garantizado”, cuando es intermediado por los intereses financieros y la especulación, se vuelve inaccesible para muchas.

Al final, y en eso coinciden Calvo y Scherer, “la concentración de poder en las finanzas es el resultado del sistema económico en que vivimos”, algo intrínseco al mismo. “Un sistema capitalista neoliberal, en que las empresas buscan el beneficio máximo a largo plazo, y deciden en función de ese beneficio.” Aunque tenga un coste. Un gran coste:

Militarización de la vida

En el estado español hay tres grandes compañías de producción de armamento. Indra es una empresa grande y “muy protegida”. Se encarga de procesos y servicios públicos que requieren tecnología (las elecciones, las máquinas del metro, etc), explica Jordi Calvo. Y que además “desarrolla infinidad de armas, misiles, aviones y militares, proyectiles… necesarios para la acción militar y bélica”.

También está Navantia, la gran empresa pública española que fabrica buques de guerra y los vende a Arabia Saudí, que los está usando en la guerra del Iemen. O Maxam, fábrica de explosivos y municiones que “todo apunta que está exportando a países en guerra”, aunque como señala Calvo, es una deducción a partir de los datos de exportaciones estatales, ya que la propia empresa no los proporciona.

¿Quién financia estas empresas? Desde el Centre Delàs ponen el foco en los grandes bancos internacionales y españoles -que a la vez son también grandes bancos internacionales-. Entre ellos, el BBVA y el Banco Santander, que, como explica Jordi Calvo, “dedican miles de millones de euros -de lo que nosotros sabemos, que es poco, seguramente, respecto a la foto final-” a financiar estas empresas. Bankinter, Caixabank, Banc Sabadell “y casi todos los bancos tradicionales”, están es ese ránking, que se puede consultar la base de datos de la Campaña Banca Armada.

“Los bancos están financiando el militarismo como una opción de política de relaciones exteriores” sentencia Calvo. Y añade que “esto significa que están promoviendo las guerras del futuro”

Contribuir a la emergencia climática

Después de la crisis económica de 2008 se rescataron las grandes entidades bancarias “sin criterios climáticos, sociales o de género” apunta Scherer. Así, todas las grandes multinacionales que promueven el uso de combustibles fósiles, de infraestructuras, aviación, explotaciones mineras en el Sur Global… “las empresas con los peores curriculums” en este ámbito, han podido seguir en pie. “Una decisión financiera que tiene un impacto directo sobre las generaciones futuras”.

En este sentido, Scherer hace émfasis en el que considera el “el debate más importante actualmente sobre la responsabilidad financiera ante el cambio climático” y que podría cambiar el rumbo al completo: la taxonomía verde.

“La taxonomía es una herramienta, un método para definir cuál es una inversión sostenible y cuál no”, explica Nicola Scherer,  y aunque ahora existen unos criterios muy laxos, “sería clave en el mundo financiero para decidir qué proyectos se financian con criterios que se centren en la sostenibilidad ambiental”, ya que sólo se podría invertir en aquellas empresas que pudieran demostrar que cumplen con ellos.

Más desahucios y más pisos vacíos

También detrás de la problemática de la vivienda está el sector financiero. Los bancos como Caixabank, Bankia o el BBVA han sido los protagonistas durante años de las ejecuciones hipotecarias que llenaron sus cajas de inmuebles, dado el alto número de impagos a raíz de la crisis de 2008, y que fue el inicio de la lucha contra los desahucios que articuló la PAH (plataforma de Afectadas por la Hipoteca). Bancos a los que además, se rescató con dinero público.

Diez años después, los desahucios se multiplican, y la mayoría de ellos ya no son por la deuda hipotecaria, sino que la dificultad es poder pagar el alquiler, debido a precios que la especulación inmobiliaria no para de hinchar. Ahora más que nunca, están tomando importancia los popularmente conocidos como “fondos buitre”, fondos de inversión transnacionales y transsectoriales, que adquieren a muy bajo coste propiedades o activos de otras entidades para gestionarlos.

Uno de estos fondos buitre que actualmente está en el punto de mira es Cerberus. Está en el punto de mira porque el movimiento por la vivienda de Catalunya lo ha situado allí con su campaña #GuerraACerberus para denunciar la actividad especulativa que se lleva a cabo con la vivienda. Como apuntan en el Sindicato de Inquilinas de Barcelona en un artículo publicado en su web, “Cerberus también ha ido recogiendo la gestión de los activos del tocado sistema bancario (Bankia, Liberbank, Cajamar …)” y “se ha quedado con uno de los trozos más grandes del pastel: los activos del BBVA, provenientes en gran parte de ejecuciones hipotecarias y absorciones bancarias”.

Es decir: el banco español se despojó en su momento de un gran número de viviendas, que había acumulado fruto de ejecuciones hipotecarias, la Sareb (Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria) las adquirió y este fondo obtiene beneficios millonarios por la gestión de estos activos. De la unión de Cerberus (80%) y el BBVA (20%) nació Divarian, que funciona como la pata inmobiliaria del fondo. “Esta sociedad es uno de los propietarios más grandes del Estado y desahucia familias en Cataluña y de España prácticamente cada semana”, explican.

Confrontar el modelo de concentración y acumulación

“Mucha de esta información la sabe todo el mundo”, comenta Jordi Calvo acerca del rol de los bancos comerciales en la articulación del sistema económico, y las consecuencias que las decisiones tomadas con el peso puesto en el beneficio y la rentabilidad tienen a nivel social. A la vez, los efectos inmediatos de estos mecanismos de acumulación y concentración de poder atraviesan a la gran mayoría de población.

Aún así, los grandes bancos parecen seguir siendo pilares intocables de un sistema que desde las organizaciones y movimientos sociales intentan confrontar.

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