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Parte 6

«No saldremos de esta pintándonos de verde, hay que cambiar la manera en que consumimos y vivimos». Iolanda Fresnillo, socióloga especializada en deuda.

Entrevista a Iolanda Fresnillo, socióloga. Actualmente trabaja en la red Eurodad, la red europea de deuda y desarrollo, abordando temas de deuda en los ...

De Alba Crespo Rubio
Iolanda Fresnillo, acto Som el 80% en el Museu Marítim de Barcelona || dani codina

Entrevista a Iolanda Fresnillo, socióloga. Actualmente trabaja en la red Eurodad, la red europea de deuda y desarrollo, abordando temas de deuda en los países del Sur y finanzas en desarrollo. El 1999 empezó a trabajar entorno la deuda, y fue un poco su “inicio activista más fuerte”: el momento en que decidió dejar el trabajo que tenía y involucrarse a nivel laboral en «cosas relacionadas con mi activismo político”, por ejemplo con la campaña contra la deuda de los países del Sur. Durante mucho tiempo trabajó en el Observatori del Deute en la Globalització (ODG) y participó en campañas como Qui deu a qui («Quién debe a quién») y la Plataforma por la auditoría ciudadana de la Deuda.

La ley de finanzas sostenibles, que no es el único marco en que se habla de sostenibilidad en los últimos años, llega en un momento en que parece las instituciones y empresas privadas han “escuchado” las demandas de los movimientos sociales y ecologistas, y las llevan a la práctica. ¿Dirías que ha sido así?

Creo que en parte que sí, que han escuchado estas demandas: si no hubiera existido la presión por parte de los movimientos sociales en el mundo, tanto a nivel local como global, no se estarían dando estos pasos. Aunque las revindicaciones no buscaban una transformación de las instituciones financieras privadas o públicas hacia las finanzas sostenibles, sino para que dejaran de hacer lo que estaban haciendo, sí Hay una serie de compromisos tanto desde el ámbito privado com el público que yo creo que son resultado de esta presión social y política, como la reducción del uso de combustibles fósiles y el extractivismo.

Pero por otra parte, lo que han hecho es escuchar el mercado, lo que dicen los clientes. En el caso de fondos de inversión, a los inversores, y en el caso de bancos, a los propios clientes, que buscan, cada vez más, cuentas de ahorro o fondos de pensiones que tengan una garantía de que no estan financiando ciertas actividades perjudiciales para el medio ambiente.

Existe, además, el peligro que esto sea simplemente greenwashing, márketing sin nada real detrás. Es un peligro que siempre que “conseguimos” que nos hagan caso, está presente: que en realidad estén comprando y coptando el discurso y no haciendo nada. Hay que estar muy vigilantes en este sentido. ¡Pero no hay que quitarnos mérito! Por mucho que este riesgo exista, se están haciendo giros, como mínimo narrativos.

«Siempre que “conseguimos” algún avance, existe un peligro: que en realidad estén comprando y coptando el discurso para hacer greenwashing. Hay que estar muy vigilantes en este sentido».

Las demandas ecologistas, como dices, no van hacia un cambio paulatino, sino hacia un cambio de modelo. ¿Qué tendría que cambiar para que hubiera un giro real hacia la sostenibilidad, huyendo del maquillaje verde? ¿Y desde dónde se puede construir ese modelo?

Hay varias cosas que tienen que pasar. Una es que crezcan las instituciones que nacen con una perspectiva alternativa. A veces nos focalizamos en que las grandes instituciones financieras cambien, pero quizás hay que poner más el foco en reforzar aquellas instituciones que no solo responden a valores de sostenibilidad, sino también a otros valores como el respeto a los derechos laborales o la igualdad… Un ejemplo muy claro es La Caixa: no sé si me conformo en que esta entidad financiera privada tenga una política de sosteibilidad, (aunque fuera cierta), si después hacen un ERTE a 8.000 personas mientras sus directivos cobran sueldos multimillonarios y se reparten dividendos multimillonarios. Todo está ligado, no estoy a favor de reforzar este tipo de instituciones, sino de reforzar las instituciones de banca ética o cooperativa que parten de unos principios diferentes.

Por otro lado, pensando en estos grandes actores, creo que sí que tiene que haber un ámbito legislativo o de regulación en el campo de la taxonomía que decida lo que es sostenible, lo que es verde- La experiencia en este sentido no es demasiado buena, porque los pasos que ha hecho la Unión Europea para definir este marco definitorio ha sido contratar a BlackRock, por lo tanto, todo mal. Pero sí que tiene que existir una definición de lo que es sostenible, porque sino nos venderán el hidrógeno y el gas licuado como energías sostenibles o limpias.

Por último, hay que seguir ganando conciencia como consumidoras. Las ahorradoras o clientes de empresas y bancos son las que invierten, se endeudan o ponen sus ahorros en estas instituciones, y aquí es donde más poder tenemos: cuando las entidades financieras tienen miedo de perder la base de clientes. Hay que conseguir que las personas que no se cuestionan dónde tiene sus ahorros, lo empiecen a hacer y le pregunten a su banco dónde se invierte su dinero. Eso puede hacer cambiar mucho las políticas reales de las empresas.

«Hay que conseguir que las personas que no se cuestionan dónde tiene sus ahorros, lo empiecen a hacer y le pregunten a su banco dónde se invierte su dinero. Eso puede hacer cambiar mucho las políticas reales de las empresas».

¿Cómo se entrecruzan los análisis sociológicos y económicos de la construcción del sistema y la sociedad capitalistas con la contribución a las crisis ambientales y climáticas?

No es solo que todo este recorrido nos haya traído hasta aquí, sino que hay unas responsabilidades compartidas pero diferenciadas de diferentes agentes socioeconómicos, y por lo tanto debería haber una restitución a partir de estas responsabilidades. Que aquellos que más han contribudo a la actual emergencia climática asuman sus consecuencias.

No tenemos que ser inocentes: el capitalismo se reinventa, y la intención detrás de todo es la de mantener el sistema. Es decir, la apuesta por lo sostenible no se debe solo a la presión del público, sino que sobre todo se debe a que han mirado y han visto que no habrá negocio si no hacen este cambio. Los países reducirán su consumo de combustibles fósiles, por lo tanto es el momento de desinvertir, no solo porque haya un compromiso medioambiental (que quizás no lo haya) sino porque cada vez les reportará menos beneficio, o porque se está briendo el negocio en las energías renovables y la transición energética, con sectores como la mobilidad sostenible, por ejemplo.

El engranaje capitalista que nos ha traído a esta situación está tratando de salvarse: preservar y acelerar la acumulación por parte de unos pocos a costa de la explotación de la mayoría y de la extracción de recursos naturales en países del Sur…. se sustituirá el petróleo por las tierras y minerales raros como el litio o el silicio o otros, pero ganar dinero sigue siendo su prioridad.

No hay una apuesta por el destierro del modelo consumista y productivista…

Sí, por eso hablo de apostar por las entidades que parten de otros valores, que no te empujan a mantener el modelo de consumo, sino que te propongan alternativas. Entidades que no ofrecen créditos para ir de vacaciones, sino para invertir en Economía Social y Solidaria.

«El engranaje capitalista que nos ha traído a la emergencia climática está tratando de salvarse. El cambio discursivo hacia lo verde no es una apuesta por un cambio de modelo: la prioridad sigue siendo ganar dinero».

¿Es suficiente el marco europeo para cambiar esto?

No. Es una dinámica global y se tiene que abordada, por un lado, desde una regulación a nivel global. Por otro lado, también es una dinámica que tiene mucho de local y tiene que pensarse desde ahí. Tienen que haber cambios institucionales o jurídicos a todos los niveles: local, estatal, europeo y también global, haciendo esa doble pinza, desde lo local y lo global, más allá de las regulaciones europeas.

Y en muchos sentidos me da la sensación que al menos desde los activismos en Catalunya y el Estado español hemos abandonado la dimensión más global.

Poe ejemplo, poner la mirada en las empresas y entidades financieras europeas que deslocalizan su producción e inversiones… cuál es el impacto que proyectan?

Los argumentarios de organizaciones como el ODG, OMAL, Ecologistas en Acción, etc, sí tienen esta parte de crítica hacia los Pactos Verdes, de la falta de perspectiva global. Pero sin duda no está presente en la mirada y el discurso de las instituciones. Cuando hablan, por ejemplo de hacer fábricas de baterías eléctricas para coches, no dicen de dónde saldrán los minerales que alimentarán estas baterías. No es que lo minimicen, lo ignoran absolutamente.

¿Cuál sería la manera de vincular este relato en la legislación europea?

Yo creo que esto, por un lado, habría que revisar cómo se contabilizan y se consiguen los objetivos de los Acuerdos de París para que no se pueda externalizar los impactos de una empresa sin pasar cuentas, algo que es sumamente difícil. Y por el otro, insisto en el cambio de modelo de consumo. Hay que repetirlo mucho: no saldremos de esta pitándonos de verde, hay que cambiar la manera en que consumimos energía, cómo nos movemos, como producimos… como vivimos, en realidad.

Y hay que, sobre todo, llevarlo a la práctica: apoyando iniciativas de comunidades energéticas, de producción sostenible, de finanzas éticas… demostrando que es posible y que no es un cambio tan difícil y radical, sino que es una suma de pequeños cambios en nuestro modo de vida.

¿Crees que este ponerse las pilas como reacción al cambio climático por parte de las instituciones y entidades financieras llega tarde? Se puede revertir o parar esta crisis a la que nos aboca el sistema?

No tengo un pensamiento claro sobre esto. Como no soy especialista en emergencia climática, depende de lo que haya escuchado ese día, pienso una cosa o la contraria.

Los días pesimistas pienso que no, que no hay marcha atrás, que no hay solución. Pienso que llegamos tarde y que lo que hay que hacer es trabajar para construir espacios vivibles dentro del colapso y evitar que este colapso climático no se convierta, como dice Yayo Herrro, en un Ecofascismo.

Los días optimistas pienso que sí, y que tenemos que hacer que estos cambios que se anucian sean reales. Por lo tanto, que nos toca hacer mucha vigilancia ciudadana en los proyectos que reciben financiamiento, lo que hay detrás de los fondos de inversión “verdes” o si detrás de estos anuncios de cambios en el sistema financiero hay cambios reales.

«Nos toca hacer mucha vigilancia ciudadana a los proyectos que reciben financiamiento, a lo que hay detrás de los fondos de inversión “verdes”. Si detrás de estos anuncios de cambios en el sistema financiero hay cambios reales o no».

Obviamente, como decía antes, tratando de construir sistemas de control desde las instituciones, que sean transparentes, pero hay una parte muy importante que nos tocará a nosotras, en cualquiera de los dos escenarios.

Lo sostenible que lo defina la ciencia, no los lobbies. La política viene después.

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