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Parte 4
Educación financiera

Evolución de las finanzas éticas en Europa

La publicación en el año 2017 del primer Informe sobre las Finanzas Éticas y Sostenibles en Europa tenía dos objetivos, expresados en la ...

De Sara García Martín
La banca ética propone un modelo no sólo sostenible si no también rentable @marekuliasz/iStockPhoto

La publicación en el año 2017 del primer Informe sobre las Finanzas Éticas y Sostenibles en Europa tenía dos objetivos, expresados en la propia publicación. Por un lado, mostrar que las denominadas finanzas éticas no eran algo extraño en el contexto europeo y, por otro, demostrar que no se trataba de una actividad asociada a la beneficencia y con beneficios anecdóticos, si no que quien invierte en ellas puede obtener rendimientos y al mismo tiempo contribuir a mejorar el medio ambiente y la sociedad.

La banca ética ya no es un pequeño sector

Los resultados de aquel primer informe sorprendieron incluso a las personas promotoras del mismo: más allá de encontrar un conjunto de iniciativas simbólicas y poco significativas, los datos reportaron que el total de los activos de los 26 bancos éticos y sostenibles analizados era de 39.800 millones de euros.  Sumando a esta cantidad el importe invertido en fondos socialmente responsables, seleccionados en base a una serie de criterios de sostenibilidad, así como el total de microcréditos concedidos en Europa y los llamados bonos verdes y bonos de impacto social, el conjunto de actividades de las finanzas éticas y sostenibles en Europa, en 2016, ascendió a 715000 millones de euros, casi el 5% del Producto Interior Bruto de la Unión Europea. Los siguientes informes publicados, incluido el cuarto, presentado en  2021, avalan año tras año las conclusiones de la primera publicación: los bancos éticos europeos son distintos de los llamados convencionales, no solo por los criterios sociales y ambientales que adoptan, los valores que aplican en la gestión y su gobierno participativo, sino también por su particular estructura patrimonial. Proporcionalmente, conceden más créditos y ofrecen más cuentas corrientes y depósitos, desarrollan su actividad más cerca de las personas con ahorros pequeños y están menos implicados en las actividades de los mercados financieros. Además, generan mayores rendimientos, resultados menos volátiles en el tiempo y resisten mejor las crisis. 

La aportación de las finanzas éticas en la pandemia

Esto último, ha sido especialmente significativo durante el último año y medio, cuando la pandemia provocada por el COVID19 ha golpeado duramente a todos los sectores. En este contexto, recogido en el cuarto Informe, las organizaciones de finanzas éticas y solidarias se han movilizado para dar respuesta a la crisis, facilitando la continuidad de todos los proyectos financiados y poniendo un especial esfuerzo en aquellos en una situación más crítica. Así, entidades financieras de finanzas éticas pertenecientes a FEBEA como La Nef, France Active, TISE o Banca Etica, adoptaron medidas como moratorias en el pago de los créditos, concesión de nuevos préstamos para la refinanciación, puesta en marcha de campañas de relanzamiento, captación de ahorro para derivarlo al apoyo a empresas, etc. 

Esta respuesta no es extraña dado que una de las principales conclusiones de los informes realizados ha sido siempre la misma: los bancos éticos demuestran un mayor apoyo a la economía real. En este sentido, en 2018, la concesión de crédito representó, en promedio, casi el 76,11% de los activos totales de los bancos éticos y sostenibles europeos, pero solo el 39,80% del sistema bancario europeo convencional. Es decir, los bancos éticos europeos invierten en empresas y personas autónomas 3 de cada 4 euros de su balance, mientras que el euro restante se invierte en fondos de inversión éticos.

Apoyo a la economía real

Por el contrario, los bancos convencionales solo destinan al crédito el 40% de los recursos que obtienen, destinando el resto a especulación financiera. Y todo ello, sin perder rendimiento económico, como documenta el cuarto Informe, exponiendo que, en el período 2009-2019, los bancos éticos y sostenibles ganaron el doble que el sistema bancario europeo en su conjunto, con una rentabilidad media anual del 5,31% frente a 2,37%, respectivamente. 

Estos datos avalan la creciente trayectoria de las finanzas éticas en Europa durante los últimos años. Desde los años 70, cuando se creó en Europa el primer banco ético y sostenible, el GLS-Bank (Alemania), una treintena de entidades éticas de crédito se han creado en Europa compartiendo una visión del dinero como instrumento para hacer crecer proyectos sociales, culturales y ambientales desde una perspectiva de transformación que parte de su propio funcionamiento.

La presidenta de Banca Etica, Anna Fasano

Por ejemplo, los sistemas de gobernanza son especialmente relevantes en las entidades de banca ética. En este sentido, la organización cooperativa es una constante en la historia de las finanzas éticas, permitiendo el desarrollo de principios intrínsecos a la banca ética como control democrático («una persona, un voto», independientemente del número de participaciones sociales poseídas), participación y colaboración. No es casualidad que casi todos los 10 bancos éticos y sostenibles europeos con los activos más importantes sean sociedades cooperativas (con pocas excepciones como Triodos Bank, Umweltbank o ABS). Igualmente importantes en su funcionamiento son aspectos como las políticas de regulación de la retribución máxima y mínima (un caso único en el sistema bancario europeo), los comportamientos fiscales, los derechos humanos y laborales de las empresas en las que se invierte, la transparencia en la publicación de su cartera de inversiones, etc. 

Taxonomía «verde» y taxonomía social: Europa en busca de una definición

Si bien actualmente no existe una definición precisa y vinculante a nivel europeo, la ley italiana sobre finanzas éticas, aprobada en 2016, ha sido un paso importante para la evolución del debate. En ningún otro país europeo existe una norma que describa claramente las características que distinguen los bancos éticos de las entidades bancarias convencionales. A pesar de que la ley italiana está aún a la espera de desarrollo, la definición de banca ética que en ella se realiza va mucho más allá de los trabajos de definición de finanzas sostenibles que se están llevando a cabo actualmente en la Unión Europea.

La Comisión Europea puso en marcha en 2019 un plan de finanzas sostenibles que, en un primer momento, redujo la sostenibilidad al componente ambiental, impulsando la creación de un sistema de clasificación (taxonomía verde) y armonización a escala de la UE de los criterios para determinar si una actividad económica se considera medioambientalmente sostenible. Siendo este un primer paso importante, la falta de financiación para necesidades sociales, agravadas estas por la pandemia COVID19, la necesidad de invertir en una transición justa o la demanda de los inversores de productos de inversión con orientación social han llevado a la Unión Europea a desarrollar también una taxonomía social, en la que está actualmente trabajando,  que permita, por un lado, evitar acciones de “maquillaje ecológico” (greenwashing) y, por otro, abordar aspectos fundamentales para definir unas finanzas sostenibles como la transparencia fiscal, los derechos laborales, etc. Esta clasificación social trataría de determinar, de manera análoga a la taxonomía verde, qué actividades se consideran socialmente sostenibles. Desde el sector de las finanzas éticas se está haciendo especial hincapié en señalar que es necesario que esta clasificación social abarque también un análisis de las formas de gobierno y participación, incorporando, por ejemplo, aspectos vinculados a políticas retributivas y regulaciones de retribución máxima y mínima. 

   

La labor de incidencia de FEBEA

Aunque tanto a nivel europeo como internacional el papel de los grupos de presión financieros (lobbys financieros) es muy fuerte, hay que destacar la importante labor de las redes y entidades supranacionales vinculadas a las finanzas éticas.  Sin duda la labor de incidencia de FEBEA, en estos últimos años, como entidad referente de las finanzas éticas en Europa ha permitido la participación conjunta y el traslado de una visión de las finanzas sostenibles que va mucho más allá de la mirada medioambiental, destacando que el afán de sostenibilidad debe abrazar a toda la organización y su cultura, y subrayando la necesidad de centrar las finanzas sostenibles en el tema de las finanzas sociales. 

Sin duda, el recorrido de las finanzas éticas en Europa en los últimos años ha experimentado un incremento de interés y conocimiento que permite augurar un mayor peso del sector en la próxima década. Los retos, no obstante, no son mínimos. Es necesario afianzar a nivel europeo la visión de que las finanzas éticas son algo más que sostenibles a nivel medioambiental, aportando nuestra visión para evitar que una normativa laxa a nivel europeo permita blanqueos ecológicos y sociales por parte de empresas y entidades financieras. Pero también es imprescindible seguir trabajando para que las finanzas éticas sigan apoyando de manera real a las empresas y personas, de manera eficiente y siendo fieles en las formas de funcionamiento a los principios que definen la labor de una banca ética. 

 

Finanzas éticas: mucho más que sostenibles

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