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Parte 5
Activismo accionarial

Desinversión fósil: ¿quién financia el cambio climático?

El dia 12 de noviembre en la puerta de la Comisión Europea en Barcelona un grupo de manifestantes se concentraron para hacer una acción ...

De Alba Crespo Rubio

El dia 12 de noviembre en la puerta de la Comisión Europea en Barcelona un grupo de manifestantes se concentraron para hacer una acción interpelando al Banco Europeo de Inversiones. Dos días después la entidad se encontraría con los ministros de economía para debatir y aprobar la política de inversión para los próximos 5 años, y no hacerlo en proyectos que usen y fomenten la energía a partir de combustión de minerales y gases fósiles.

“Vamos a exigir al Consejo de Gobierno del Banco Europeo de Inversión que abandonen la financiación de todos estos proyectos sucios, incluso los proyectos de gas fósil. Nos oponemos a la Comisión Europea, los gobiernos de Alemania, Italia o cualquier gobierno y grupo de poder que pretenda diluir la propuesta”, se leía en su convocatoria.

La decisión final distó mucho del texto que en agosto había planteado el organismo europeo. Hasta hace un año invertían 2000 billones de euros en este tipo de proyectos, y el planteamiento era dejar de hacerlo, pero finalmente la Comisión europea, a través de las presiones de Alemania e Italia, consiguió modificar la propuesta. Así, el encuentro del 14 de noviembre, concluyó dejar de invertir en combustibles fósiles a partir de 2021, pero dejando la puerta abierta a que se invierta en gas, algo que la Agencia Internacional de Energía (IEA) ya advirtió que es necesario dejar de hacer.

Las principales emisoras de carbono

La desinversión en combustibles fósiles es uno de los imperativos en esta próxima década, porque es una de las actividades que más carbono arroja a la atmósfera, la principal causa del cambio climático. 

Y más allá de las acciones individuales que se puedan hacer para concienciar y revertir este proceso, la capacidad más grande, y por lo tanto, la responsabilidad más grande, la tienen las corporaciones que consumen y promueven este tipo de energía. 

En este reportaje The Guardian revelaron que “las 20 compañías cuya explotación ininterrumpida de las reservas mundiales de petróleo, gas y carbón, se pueden vincular directamente a más de un tercio de las emisiones de carbono de la era moderna”. Concretamente, han contribuido al “35% de todas las emisiones de carbono y metano del mundo relacionadas con la energía, con 480 billones de toneladas de equivalente de dióxido de carbono (la huella de carbono se calcula el total de los gases, y lo que equivaldría en CO2Es el gas de efecto invernadero más común cuando es producto de la quema de combustibles fósiles (también puede tener origen natural).Más información) desde 1965”. 

Se puede vincular a sólo 20 empresas que explotan combustibles fósiles a más de un tercio de las emisiones de carbono de la era moderna.

También contaban que el “90% de las emisiones de carbono y metano de las 20 empresas más contaminantes provenía del uso de sus productos, como petróleo, gasolina, gas natural, y carbón de las centrales térmicas. Un 10% provenía de la extracción, refinación y distribución del producto final: el combustible.

Desinversión: ¿qué es?

Son estas emisiones las que están acelerando, en parte, lo que parece inevitable: el cambio climático que ya afecta nuestro planeta. Muchas hablan de “crisis climática”. Es algo que está sucediendo, pero todavía se pueden frenar las consecuencias más devastadoras.

Actualmente los bancos invierten nueve veces más en combustibles fósiles que en energías renovables. El movimiento por la desinversión fósil trata de darle la vuelta a esa situación.

Para llegar a eso, todas las instituciones (universidades, ayuntamientos, iglesias, fundaciones, fondos de pensiones, agencias de seguros…) que invierten su dinero en bancos y fondos de inversión que a su vez invierten en compañías de combustibles fósiles deberían dejar de hacerlo 

El objetivo es convencer a las personas inversoras de que saquen su dinero de esos fondos, que vendan esas acciones o bonos, e inviertan su dinero en otras actividades, como las energías renovables u otras actividades que no sean dañinas para el clima, “descarbonizar la economía”.

Motivos y argumentos para distintos públicos

En el acuerdo de París, firmado en 2015 por 195 países se cerraba el primer consenso vinculante sobre las acciones a tomar por los estados frente a la vigente crisis climática. Se fijaba como límite la subida de 2 Cº de temperatura global. Un horizonte que se presentaba, al poco tiempo, insuficiente por parte del IPCC, que presentaba un informe en el que se proponía poner la línia roja en 1,5Cº. 

Las y los científicos advierten que si en 2030 no se ha reducido a la mitad las emisiones de carbono y en 2050 no se ha llegado a las cero emisiones, las consecuencias del cambio climático serán irreversibles. 

Estos son datos que de por sí podrían incentivar a no contribuir a generar esas emisiones, pero como cuenta Marco Masetti, miembro de 350 Barcelona una de las línias discursivas a la hora de intentar que más personas y empresas se sumen al movimiento de la desinversión es tocar el tema económico. “Hay unas expectativas en los mercados muy por encima de lo que es en realidad el sector de las energías fósiles”, explica. 

Por dos motivos. Por un lado hay una serie de políticas energéticas que recortan cada vez más espacio al sector. Por otro lado los minerales fósiles son cada vez más difíciles de extraer,  y es más caro: “hace diez años hacías un hueco en el suelo y salía petróleo, ahora, se tiene que ir a buscar a más profundidad y en condiciones muy difíciles” añade Masetti. Eso quiere decir que la rentabilidad de las inversiones en petróleo es menor. Si lo combinamos con que las energías renovables son cada vez más competitivas, se puede ubicar la caída de la indústria del petróleo en un corto medio plazo

Según Carbon Tracker  se está gestando una “burbuja petrolera” que explotaría en esta próxima década. Las reservas mundiales de carbón, gas y petróleo todavía exceden la cantidad que puede ser quemada en el marco de los acuerdos de París. Es decir, como no se está contando con el límite de carbono a emitir para no sobrepasar los 2Cº en 2050, las predicciones de consumo a corto plazo no tienen en cuenta que en un futuro cercano la demanda se reducirá forzosamente. Y se devaluarán, por lo tanto, las inversiones en este sector. 

 

Las campañas y movimientos por el clima llaman a la desinversión:

El movimiento para desinvertir en aquellas compañías que más colaboran en incrementar estos datos, está sucediendo desde hace unos años. Hay ejemplos de iniciativas institucionales o privadas (ayuntamientos, empresas están anunciando desinversiones millonarias) pero lo que hay detrás son movimientos sociales ciudadanos que buscan interpelar a las grandes corporaciones empresariales y bancarias, y sobre todo, presionar a las instituciones públicas y fondos de inversiones que contribuyen, con su dinero, a la extracción y la explotación como fuente de energía de los combustibles fósiles. 

350 Barcelona, el grupo donde participa Masetti, está bajo el paraguas de 350.org, organización a nivel internacional, centrada en la lucha contra el cambio climático. Una de sus campañas es, precisamente la desinversión en combustibles fósiles: #FossilFree, realizada con el apoyo de multitud de grupos locales. Llama a todas la empresas y personas que tengan un contrato con un banco, o fondo de inversión, etc, que se aseguro que ese proyecto financiero no invierte en combustibles fósiles. 

Acciones concretas y victorias

Según el Report 360.org ya se han desinvertido 8 trillones de dólares. Masetti afirma que “se ha conseguido que muchas entidades distintas desinviertan: ONGs, Fondos de pensiones, centros religiosos, Universidades,.. pero hacen falta todavía acciones más grandes y en organismos con más peso, que tengan efectos notorios en la reducción de las emisiones, como sucede con el Banco Europeo de Inversiones, el mayor prestamista del mundo.

Pero sí ha habido metas que son logros para las campañas, como el Fondo de Petróleo Noruego (fondo de pensiones del gobierno), que se comprometió a realizar lo que será la mayor desinversión de la historia, en total 11 000 millones de euros en empresas de gas natural y petróleo

A nivel de ciudades, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio también anunció una desinversión. 350BCN, justamente está impulsando una campaña para que el Fondo Municipal de Pensiones se desvincule de los combustibles fósiles.  

Greenwashing. Inversión responsable versus desinversión transformadora

Últimamente, a partir del impacto mediático entorno la crisis climática, muchas entidades bancarias están tomando como estrategia las “Inversiones de temática sostenible” o “socialmente responsables”, que consiste en poner el foco en el desarrollo sostenible, las energías renovables, los proyectos con impacto social, etc.

Pero en muchas ocasiones estas operaciones son una manera de tapar o desviar la atención de otras. Des de 350BCN destacan que “muchos bancos, como BBVA”, suscriben los  los llamados “criterios ASG” (ambiental, social y buen gobierno) marcados por las Naciones Unidas, pero si se miran sus inversiones, “te das cuenta que estos principios son muy laxos, porque están invirtiendo en multinacionales que tienen proyectos extractivistas en América Latina que vulneran los derechos humanos, dañan áreas protegidas y, evidentemente, afectan al cambio climático”.  

Además, como cuenta Masetti, “es importante tener claridad en los criterios”, y saber qué principios está aplicando una entidad que dice que retirará las inversiones, para destapar el “greenwashing”. La campaña Fossil Free define algunos de estos criterios para clasificar a las entidades y empresas que se comprometen a desinvertir: “fossil free” (ya son libres de fósiles ahora y se comprometen a futuro), “full”(se comprometen a desinvertir de todas las empresas que usan combustibles fósiles), “partial” (se comprometen a desinvertir en alguno de los tipos de energía fósil), “coal and tar sands” (sólo desinvertiran del carbón y las arenas aceitosas), o “coal only”(sólo del carbón). 

Y esto plantea un debate también dentro de las campañas y los movimientos que apuestan por la desinversión: muchas coinciden en que hay que ir más allá: ¿qué sentido tiene que se desinvierta para evitar emisiones de carbono si se sigue invirtiendo, por ejemplo, en la indústria armamentística?

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