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Parte 11
Editorial

Un momento de reflexión no buscado

La crisis generada en los últimos meses por la pandemia de la Covid-19 ha llevado a muchas personas en todo el mundo a repensar sus ...

De valorsocial
Fernando Cobelo - Unsplash

La crisis generada en los últimos meses por la pandemia de la Covid-19 ha llevado a muchas personas en todo el mundo a repensar sus opciones de trabajo, consumo y relaciones. Dada la actual crisis de salud y la posibilidad constante de nuevas medidas de cierre en diferentes países y regiones, es cada vez más difícil hacer pronósticos a medio y largo plazo sobre el impacto económico y social de la crisis.

Esta situación de incertidumbre está determinando una reconsideración de las prioridades de los individuos, las instituciones públicas y la sociedad en general, generando amplios debates y reflexiones sobre el uso de los recursos públicos y privados.

A nivel de los recursos públicos, como ha surgido, por ejemplo, de las largas y difíciles negociaciones relacionadas con el Fondo Europeo de Recuperación, las discusiones giran en torno al equilibrio correcto entre la necesidad de ayuda concreta e inmediata para los países más afectados y la necesidad de garantizar la estabilidad económica, financiera y ambiental a largo plazo en el área europea, y los mecanismos más apropiados para monitorear el uso de recursos comunes.

Del mismo modo, a nivel de recursos privados, las discusiones se refieren a los mecanismos financieros más efectivos para impulsar las actividades económicas, con miras a fomentar la recuperación a corto plazo pero con un enfoque a largo plazo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)…

De hecho, parece que hace mucho tiempo, pero solo unos meses atrás, el movimiento Fridays for Future se encontraba entre los temas más debatidos y había ganado un fuerte impulso. En la ola del movimiento de acción climática, la Comisión Europea también había lanzado un ambicioso plan para un Green New Deal europeo.

Estos elementos de reflexión, a menudo presentados de manera dicotómica (a corto plazo frente a largo plazo; recuperación económica frente a acciones ambientales) y aparentemente contrastantes entre sí, en realidad están fuertemente correlacionados. A medida que emerge cada vez más claramente, el sistema económico basado exclusivamente en una lógica de ganancias a corto plazo no puede hacer frente de manera autónoma a crisis mundiales como las que desafortunadamente hemos presenciado a principios de la década de 2000. De hecho, ahora está claro que no puede haber ningún desarrollo si no es sostenible, desde un punto de vista económico y ambiental, y también social.

Los recursos públicos y privados introducidos en el sistema económico deben ser capaces de activar mecanismos virtuosos que aporten valor agregado para toda la comunidad, y no solo para unos pocos accionistas.

Podríamos, deberíamos, incluso ir más allá del concepto de «sostenibilidad» y promover un sistema económico que sea más que simplemente «sostenible», pero que pueda beneficiar a la sociedad en su conjunto, el medio ambiente y el clima. Este modelo ya existe, y es el promovido por la economía social y solidaria, que adopta diferentes ángulos en Europa, ya que incluye entidades con diferentes formas y enfoques legales, pero que comparten los mismos principios básicos: solidaridad, participación, valor social. primero.

Entonces, ¿cómo podemos nosotros, como individuos, como comunidad, como parte de las instituciones públicas y los movimientos, apoyar este desarrollo «más que sostenible», y no solo durante la crisis sino también a largo plazo?

Una de las posibles respuestas es la financiación ética. Históricamente, las finanzas éticas han estado al servicio de la economía social, y su objetivo es utilizar instrumentos financieros para promover actividades sostenibles y socialmente valiosas en los territorios en los que opera.

Por lo tanto, este dossier presenta algunos ejemplos concretos de cómo las finanzas éticas, en Europa e internacionalmente, han podido reaccionar, transformarse y adaptarse a las necesidades de la economía social y las comunidades locales durante la crisis. En los últimos meses, la capacidad de las organizaciones financieras éticas para reinventar continuamente sus productos y servicios con el fin de responder de manera efectiva y rápida a las nuevas necesidades ha sido fundamental, herramientas innovadoras y enfoques para hacer frente a nuevas realidades y situaciones.

Como se desprende de este dossier, la riqueza de las finanzas éticas también está dada por la diversidad de enfoques y la capacidad de trabajar en una red con autoridades locales, asociaciones y ciudadanos.

Por lo tanto, el momento de reflexión «forzada» que estamos experimentando puede ser el momento adecuado para reconsiderar nuestras elecciones personales y colectivas sobre el uso de los ahorros individuales y los recursos públicos: las finanzas éticas pueden, y en nuestra opinión, deben ser uno de los puntos de partida.

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